Aedes aegypti en el Poder Judicial

Cuando transitamos una ciudad, podemos observar la existencia de predios donde se suelen acumular vehículos, tráiler, carritos, motos y otros objetos en calidad de secuestro judicial. Muchas veces, por falta de espacio, estos objetos suelen colocarse encimados de forma desordenada.

Una gran cantidad de esos objetos llegaron a esos lugares como resultado de un accidente vial por lo que muestran aberturas que permiten la acumulación de agua en el interior. El agua en pequeñas cantidades y a la sombra constituye un ambiente ideal para la proliferación del mosquito Aedes aegypti, transmisor de la fiebre amarilla urbana, el dengue, el chikungunya y el Zika. Con el tiempo, suele crecer vegetación entre los objetos. Esa vegetación más los árboles o arbustos aledaños sirven para los adultos de esa especie mosquito (y otras) como lugares de reposo y fuente de alimento (néctar vegetal).

Los altos niveles de humedad que provee la vegetación favorecen la expectativa de vida de los mosquitos. A escasos metros de esos lugares suele ubicarse un puesto policial, cuya función es la de proteger el material y así evitar el vandalismo. Así, otra función involuntaria de los agentes del orden es la de proveer sangre a las hembras que necesiten poner sus huevos, para luego de un tiempo oviponer en las paredes de los objetos secuestrados con pequeños cúmulos de agua. La situación se complica aún más cuando en las inmediaciones de esos predios existen viviendas, que muchas veces son precarias y otras no tanto. En tal caso, los habitantes compartirán con los agentes del orden la misma población de mosquitos.

Con la llegada al lugar de portadores de alguno de los virus mencionados a través de una persona infectada, los mosquitos que crían entre el material secuestrado podrían iniciar un foco de transmisión (un brote epidémico). Desde el Estado se le pide a la población llevar a cabo medidas de prevención. Los habitantes de esos lugares suelen responder que ellos las hacen pero ¿y de esos predios quien se encarga? Como solución existen medidas basadas en el “paradigma químico” (“que sustancia le puedo poner”), como la aplicación de insecticidas (también rodenticidas) o larvicidas químicos y/o biológicos.

Muchas veces esos tratamientos son costosos y no suelen tener la eficacia de llegar hasta los criaderos más recónditos entre las montañas de chatarra, otras veces no se aplican con la periodicidad que indica la normativa. Hoy se conoce que los insecticidas inducen resistencia, por lo que obliga a usar otros productos químicos aún más costosos para el estado.

El riesgo de transmisión es muy elevado, por lo que se debería actuar con la máxima responsabilidad que corresponde al Estado en su función de proteger a los ciudadanos. La presencia de chatarra acumulada también conlleva la proliferación de otras plagas (ratas y otras alimañas) o la acumulación de sustancias nocivas para la salud como los metales pesados de las baterías que contienen plomo, aceite de cárter, etc.

Existen medidas ambientales, saludables, seguras y sustentables que requieren de ingenio de los planificadores urbanos y deberían ser discutidas. Por ejemplo la compactación y envío a fundición. Las claves son: a) es nocivo acumular este tipo de materiales por largos periodos, b) es nocivo para la salud que estos predios se encuentren en zonas urbanizadas.

Las declaraciones de emergencia del Estado son para destinar recursos para ese mismo fin. El poder Judicial debería usar parte de esos recursos para dar una solución definitiva y sustentable a este tipo de problemas ambientales que son producidos por una mecánica de acción burocrática “legal” que pone en peligro la salud de los ciudadanos.

Nota: 1. La presente nota fue redactada en 2016.

Descargar documento original

Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos EGE – IEGEBA, FCEyN-UBA CONICET

Marina Stein
Área de Entomología Instituto de Medicina Regional-UNNE – Resistencia-Chaco

Leonardo Horacio Walantus
Proyecto “Vigilancia Epidemiológica. Seguimiento de Criaderos de Mosquitos de Interés Sanitario” Centro de Investigaciones Entomológicas Parque Tecnológico Misiones

Gustavo C. Rossi
Centro de Estudios de Parásitos y Vectores CCT La Plata-CONICET-UNLP

Corina Berón
Inst. de Inv. en Biodiversidad y Biotecnología INBIOTEC – CONICET – Mar del Plata

Raquel M. Gleiser
Ecología de Artrópodos CREAN-IMBIV CONICET-UNC – Córdoba

Aedes aegypyi en una situación de transmisión de dengue

Reflexiones Ambientales Urbanas (6)

Era febrero de 2009, localidad Pampa del Infierno, Chaco, a un poco más de 200 km hacia el oeste de Resistencia, sensación térmica, 45°C a la sombra, en plena epidemia de dengue. La localidad de unos 9000 habitantes no cuenta, ni contaba en ese entonces, con agua de red, por lo que la población almacenaba agua en aljibes ubicados en los patios de los domicilios. Más del 50% de los habitantes ya tenía dengue y el único hospital estaba abarrotado de enfermos y gente que no paraba de llegar sintiéndose mal, aunque según las autoridades ya estaba todo controlado.

La Municipalidad nos llevó a recorrer la localidad y pudimos ver en los domicilios los aljibes. La gente con mayor poder adquisitivo los había construido con tapa de metal, mientras que la gente pobre, los había hecho casi a ras del suelo y sin tapa. Un enorme recipiente (>500 litros), con paredes de ladrillo que se cargaba con agua de lluvia. Por la epidemia, se le ocurrió a la Municipalidad proveer a los habitantes de tejido sombra para tapar los aljibes sin tapa y así impedir el ingreso del mosquito vector para que no deposite allí sus huevos. ¡Una muy buena idea!; lástima que surgió en plena epidemia y no antes, como medida de prevención.

También observamos, en estos mismos hogares, que utilizaban las cubiertas cortadas por la mitad como bebederos de animales (gallinas, perros, etc.),en las cuales pudimos constatar la presencia de gran cantidad de larvas de Aedes aegypti. Y sí, este es uno de los hábitats más frecuentes para Ae. aegypti. Para este tipo de recipiente la Municipalidad sólo propuso que se cambiara el agua todos los días, lo cual eliminaría las larvas pero no los huevos que quedaban en la superficie o cara interna de la cubierta. Comentamos esto con la gente, quienes manifestaron desconocer sobre eso y afirmaban que limpiarían la superficie para remover también los huevos. No sabemos si esto realmente se hizo efectivo. De todos modos el número de larvas que estos criaderos producían no se comparaba con los aljibes, ni con lo que observamos unos minutos más tarde.

Mientras seguíamos recorriendo la localidad con la gente de la Municipalidad, se nos acercó un poblador y nos comentó, que él había observado que los piletones del viejo matadero abandonado estaban llenos de agua y que tal vez sería importante que fuéramos a revisarlos. Le preguntamos dónde se encontraba el matadero y para nuestra sorpresa nos dijo que a unas pocas cuadras de allí.

El viejo matadero abandonado, hacía ya muchos años, había quedado inmerso dentro del ejido urbano de la ciudad que se había extendido por el normal crecimiento demográfico. Cuando ingresamos al edificio abandonado, observamos 4 grandes piletones (2 x 5 metros aprox.) llenos de agua con miles de larvas de mosquitos, muchas de ellas de Aedes aegypti. ¿Nos preguntamos cómo se llenaban esos piletones con tanta agua?; y vimos que el techo del edificio estaba roto en varios lugares justo encima de ellos.

En plena epidemia de dengue con casi la mitad del pueblo enfermo, a las autoridades públicas se les pasó por alto revisar este sitio, posiblemente principal proveedor de los mosquitos que estaban transmitiendo el virus. A este tipo de criaderos se los denomina “criaderos clave” para actuar en la prevención.

Marina Stein
Área de Entomología, Instituto de Medicina Regional-UNNE Resistencia-Chaco

Descargar documento original

Mosquitos en el subsuelo del edificio

Reflexiones ambientales urbanas (5)

En esta historia pretendemos contar a través de ejemplo un problema que es frecuente en los edificios de una ciudad, y una solución ambiental para ese problema. Hace unos cuantos años en las aulas de un edificio educativo se observaba la presencia de mosquitos. Los docentes, mientras hablaban incorporaron los típicos movimientos que se hacen para espantar o matar los mosquitos que revolotean o se posan. En los baños de los subsuelos ocurría el mismo fenómeno. Como nosotros trabajamos en el tema las autoridades que manejan los temas estructurales del edificio nos pidieron ayuda, y pudimos visitar la parte más baja (ubicada tres pisos bajo tierra), que corresponde a unas galerías de desagote del agua que se filtra. Pudimos observar que en algunas partes había cinco centímetros de agua. En las muestras de agua que tomamos con cucharones de cocina pudimos observar grandes cantidades de larvas de mosquitos. A la luz de las linternas vimos que los sifones de las larvas eran largos.

En el laboratorio, determinamos que se trataba de Culex pipiens, en este caso no hallamos ejemplares de Aedes aegypti, pero podrían haberlo sido. Obviamente no es adecuado que los mosquitos proliferen en un edificio y además esta especie puede ser transmisora de otras enfermedades como algunas encefalitis. La presencia de materia orgánica y el agua sirve de alimento para la multiplicación de organismos como bacterias y protozoos. Dichos microorganismos sirven de alimento para las larvas de mosquitos y favorecen su proliferación en grandes cantidades. Por otra parte se observó que los caños de las bombas de desagote estaban corroídos por el tiempo y por lo tanto ya no cumplían su función. Una vez realizado el diagnóstico nos reunimos con las autoridades. Surgieron dos opciones de solución: aplicar larvicidas y adulticidas o arreglar las bombas de achique. Finalmente se optó por la solución más sustentable a largo plazo: se repararon y pusieron en funcionamiento las bombas de achique. Entre el dilema del “paradigma químico” (“el que puedo aplicar”) y el “paradigma ambiental” se llegó a lo menos contaminante para el ambiente. Las bombas de achique envían el agua por unos conductos directamente al río. En el río suelen habitar pequeños peces, los cuales seguramente habrán aprovechado el menú del día: larvas de mosquitos. Más adelante pudimos experimentar el mismo problema en edificios de departamentos, en viviendas particulares con garaje bajo el nivel del suelo, en obras en construcción, en los sótanos de edificios parcialmente demolidos y en centros de salud. Hasta se han dado casos en hospitales donde los tubos de ventilación aportaban mosquitos adultos desde el subsuelo hasta la sala de internados. Sin agua, los mosquitos no pueden proliferar. No importa que especie de mosquitos se trate, no es saludable recibir saliva extraña, inyectada directamente a nuestro torrente circulatorio sin autorización de nuestra parte.

Es obligación del estado asegurar la salud de nuestros habitantes, directamente en los edificios públicos, y mediante controles en los privados. Las administraciones de edificios deberían considerarlo.

Sylvia Fischer y Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos
EGE-IEGEBA, FCEyN -UBA CONICET

Descargar documento original

Aedes aegypti viaja en los cacharros y también entre el “descacharrado”

Reflexiones ambientales urbanas (4)

Aedes aegypti se encontró instalado en las viviendas de nuestras ciudades probablemente desde la época de la colonia. Lo demuestran los sucesivos brotes de fiebre amarilla a fines del ‘800 y principios del ‘900. En 1916 se produjo una importante epidemia de dengue en la ciudad de Concordia (Entre Ríos) que afectó a casi la totalidad de su población. Se salvaron los soldados deun regimiento en las afueras de la ciudad. El brote terminó en la ciudad de Paraná al inicio del invierno. Concordia fue el puerto obligado de los viajeros para hacer escala y tomar otro barco unos kilómetros más arriba. Un accidente geográfico presente sobre el río Uruguay le dio nombre a una ciudad del país vecino y hoy es la represa de “Salto Grande”. La gran actividad económica seguramente facilitó la presencia de importantes cantidades de recipientes con agua, y por lo tanto los criaderos del mosquito Aedes aegypti. El dengue era una enfermedad menor y no existía todavía en el planeta su versión “grave”. Para esos tiempos ya existían médicos entomólogos enfocados al problema mayor: “la fiebre amarilla urbana”.

En la década del ´20 se halló al mosquito en cinco barrios porteños. Entre 1954 y 1965, por un acuerdo continental se logra “erradicarlo”. Fue una década muy fría y en Buenos Aires se inspeccionaron 200 mil predios y solo pudo registrarse en seis viviendas de solo un barrio. En esos tiempos existía una ley que permitía a agentes especializados para entrar a las viviendas. Si hallaban un criadero lo rompían con un martillo puntiagudo conocido como piqueta. Los recipientes solían ser de materiales frágiles (vidrio, cerámica, cemento, etc.) y se los denominaba cacharros. La acción de romperlos se denominó “descacharrizar”. Treinta años más tarde el mosquito vuelve a aparecer en el norte de la Argentina y para mediados de los ´90 en la ciudad de Buenos Aires. El Ministerio de Salud aprovechó el mismo término para las acciones de eliminar los recipientes de las viviendas. Hoy se habla de descacharrado para las acciones particulares y municipales de eliminación urbana de basura sólida capaz de acumular agua. Los noticieros nos muestran esas acciones. A los que estamos en el tema nos surge la pregunta respecto a cuál es el destino final de esos cacharros. La mayoría de esos recipientes tienen pegados en sus paredes huevos de Aedes aegypti y estos tienen la particularidad de poder resistir hasta un año sin agua.

La basura sólida ubicada en predios a cielo abierto, o la acumulación de estos residuos en sitios no autorizados, sirve para que los huevos del mosquito viajen pasivamente de localidad en localidad. Esto es porque muchos recipientes tienen valor económico para la reventa por parte de los recicladores de muy bajos recursos. Por otra parte, con solo la presencia de una vivienda o un puesto cercano a los basurales a cielo abierto alcanzaría para que el mosquito mantenga sus poblaciones en buen estado. El agua de la lluvia formará criaderos, la vegetación alimentará a los mosquitos adultos y la sangre humana contribuirá a la puesta de huevos. En base a lo expuesto, los municipios no deben propiciar este tipo de basurales porque son nocivos para la población.

La disposición final puede ser la compactación y enterramiento u otra medida ambiental saludable que implique la eliminación definitiva de las formas inmaduras de los mosquitos.

Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos EGE-IEGEBA,FCEyN-UBA CONICET
Marta G. Grech
U.N.Patagonia San Juan Bosco CIEMEP, CONICET
Leonardo Horacio Walantus
Proyecto “Vigilancia Epidemiológica. Seguimiento de
Criaderos de Mosquitos de Interés Sanitario” Centro de Investigaciones Entomológicas
Parque Tecnológico Misiones

Descargar documento original

Lugares de cría poco comunes de Aedes aegypti

Reflexiones ambientales urbanas (3)

Generalmente escuchamos, leemos o vemos una gran cantidad de información sobre donde puede criar el famoso mosquito. Una parte de esa información es de calidad y otra errónea.

Aedes aegypti cría en recipientes comúnmente llamados (por nosotros los argentinos) tachitos o cacharros son eso y algún otro que pueda acumular agua. Los más comunes son “floreros” de los cementerios, entendiéndose por florero cualquier tarro, frasco, o recipiente de metal donde se pueda colocar flores con agua, las cubiertas de automóvil (las gomas de los autos, etc.). Existe además una gran cantidad de otro tipo de contenedores de agua y conservación de la humedad como los depósitos de agua del descongelamiento de heladeras, sistema de desagote de equipos de aire acondicionado, el frasco de mayonesa (o aceitunas o similar) sobre la heladera para que la batata eche raíces, un inodoro abandonado a la intemperie, los tanques de agua de las casas cuando no tienen la tapa correspondiente, las canaletas de desagüe pluvial en condiciones regulares (pendiente inadecuada) y por sobre todo con hojarasca, bebederos para aves en los jardines, piletas de piso con canillas que goteen, etc.

Hace un par de años, tuve una experiencia diferente con este tema, estando en Brasil con mi esposa y a la vuelta de un congreso en el norte hicimos escala en Salvador de Bahía, no podíamos perder la oportunidad de conocer esa bella ciudad. El hotel modesto pero con muy buena atención y por sobre todo limpio. Sin embargo un día durante la ducha mi señora me llamó diciendo que le parecía que había larvas de mosquitos en la bañera, cuando llegué, evidentemente no estaban. Cuando llegó mi turno de ducha, a los pocos minutos veo que sí, hay larvas. Después de más de 20 años de trabajar con ellos no me quedó ninguna duda de que se trataba de larvas de Aedes aegypti. Vivían en la escasa agua y mucha humedad que se hallaba en el perfil de aluminio que hace de marco a la mampara de la ducha. Salían por el efecto de correntada del agua de la ducha e intentaban volver a su escondrijo de forma muy eficiente. Lo más llamativo del asunto es que sobrevivían al agua tibia (con promedio de 30° C de temperatura ambiente no se suele utilizar agua muy caliente), el jabón, shampú, etc., y de la limpieza diaria de los encargadas de ello (doy fe de su eficiencia). Por supuesto le comenté al conserje del tema y me dijo que no me preocupara, a la mañana siguiente fumigarían todo el hotel y revisarían todas las mamparas de los baños. Al volver a la tarde pude comprobar que efectivamente, la mampara estaba totalmente sellada.

Este relato no es más que para demostrar que cualquier lugar, sobre todo dentro de las casas puede ser un criadero de mosquitos. La otra observación es la responsabilidad de los empleados del hotel para con los pasajeros, a sabiendas de que en esa ciudad es cosa de todos los días la aparición de enfermos de dengue.

Gustavo C. Rossi
Centro de Parásitos y Vectores
CEPAVE – CONICET

Descargar documento original