Los recursos necesarios para la supervivencia del mosquito Aedes aegypti que explican la verdadera forma de prevención

Reflexiones Ambientales Urbanas (44)

Todas las funciones biológicas del mosquito Aedes aegypti son llevadas a cabo con éxito en el entorno humano. Incluso pueden vivir en un ambiente urbano árido (como la ciudad de Catamarca) porque el ser humano aporta artificialmente la humedad del ambiente que los insectos necesitan para sobrevivir. La evapotranspiración de las plantas presentes en los patios, jardines, huertas, etc. aportan humedad al aire. A su vez la propia vegetación, las rejillas con agua, los sitios oscuros y húmedos dentro de las viviendas (baños, bajo la cama, detrás de los muebles, etc.) sirven de refugio para los adultos cuando están en reposo.

El mosquito Aedes aegypti necesita por lo menos de tres recursos para que su ciclo de vida pueda completarse: a) disponer de alimento suficiente en forma azúcares vegetales, que consigue entre las flores o frutas presentes en los predios que se encuentran en un poblado. b) las hembras necesitan disponer de suficiente sangre (preferentemente humana) como fuente de proteínas para multiplicarse (para la producción de huevos). c) disponer de agua acumulada en recipientes de paredes sólidas para depositar sus huevos, y que el agua permanezca el tiempo suficiente para, por un lado, producir alimento para la larvas, como microorganismos a partir de pequeños restos orgánicos vegetales (hojas, restos de flores, etc.) o animales (artrópodos muertos) en descomposición, y por otro para que las larvas y pupas puedan completar su desarrollo. Las hembras colocan sus huevos pocos milímetros por sobre la superficie de agua. Los huevos resisten períodos de sequía y eclosionan cuando entran en contacto con el agua. Están adaptados a una dinámica de llenado con agua y de vaciado (o evaporación) y un posterior llenado para que los huevos eclosionen al entrar en algún momento en contacto con el agua.

El sentido común nos dice que no tendría sentido eliminar toda la vegetación de una zona urbana ya que forman parte de la calidad de vida de los seres humanos que habitan un barrio. Por otra parte sería ridículo eliminar a todos los seres humanos y sus mascotas En cambio, solo tiene sentido eliminar el tercer recurso fundamental para que Aedes aegypti pueda proliferar: el agua acumulada en los recipientes del entorno domiciliario. Es por ello que las medidas de prevención más efectivas apuntan a la eliminación de recipientes que puedan acumular agua. Y pasando a otro plano, hay un recurso extra con el que cuenta este mosquito para ser tan exitoso: la falta de compromiso de gran parte de la población para trabajar en la prevención.

Esto puede estar motivado en varias razones: el creer que es un tema que deben resolver las autoridades (delegar responsabilidades), el imaginario de que el aporte individual no suma (cuando realmente es lo que más aporta) y fundamentalmente la falta de información válida para enfrentar el problema.

Si no construimos entre todos una conciencia colectiva de que somos parte del problema y de la solución, estamos condenados a repetir nuevas e innecesarias epidemias.

Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos, EGE – IEGEBA, FCEyN-UBA CONICET.
Raquel M. Gleiser
Ecología de Artrópodos CREAN-IMBIV, CONICET-UNC – Córdoba.
Leonardo Horacio Walantus
Centro de Investigaciones Entomológicas, Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales Universidad Nacional de Misiones.
Gustavo C. Rossi
Centro de Estudios de Parásitos y Vectores, CCT La Plata-CONICET-UNLP.
Corina Berón
Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Biotecnología (INBIOTEC) CONICET.
Elena Beatriz Oscherov
Vicepresidenta de la Asociación Parasitológica, Argentina (Ex Profesora Titular de Biología de los Artrópodos y Biología de los Parásitos). FaCENA, UNNE Corrientes.

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Intervenciones ambientales

Reflexiones Ambientales Urbanas (43)

Cuando nuestros hijos desatienden el estudio decidimos intervenir para remediar la situación. Solemos insistir (hasta el cansancio si fuera necesario) para que realice su tarea escolar y estudie. Para deshacerse del fastidio de nuestra insistencia, el niño se pondrá a estudiar en una modificación de conducta por condicionamiento negativo, es decir, donde el cambio de conducta busca remover o restar un estímulo adverso. Sin embargo es posible que no ocurra tal cual lo planeamos. Nosotros solo modificamos el ambiente introduciendo la molestia, es la parte que garantizamos, pero la respuesta debe surgir del niño.

Las intervenciones en el ambiente natural suelen seguir los mismos patrones culturales y de esa manera se obtienen resultados equivalentes a las intervenciones en el ambiente familiar.

Pensamos por ejemplo que si alteramos el ambiente utilizando productos químicos, el mosquito no tendrá otra forma de evitar nuestra acción que desaparecer del lugar. Pero tal acción iría contra su propio designio de reproducirse y dar continuidad a su carga genética, su mandato natural. Al modificar el ambiente lograremos avanzar con nuestro designio en el corto plazo, pero a más largo plazo, lo más probable es que el mosquito descifre la formas de evadir nuestra acción y continúe con su designio permanente de vivir y reproducirse en un tan favorable para él , como lo es el ambiente próximo al ser humano . Tal como los padres suelen creer que están haciendo estudiar a los hijos, nos permitimos creer que estamos alejando a los mosquitos. La realidad es otra, solo estamos posibilitando nuevas conductas que finalmente, y con alta probabilidad, se sumarán al deterioro familiar o del ambiente urbano.

Pareciera que todas las intervenciones ambientales se guían por el mismo pensamiento mágico: que el sujeto de nuestra intervención ha de actuar como nosotros lo planeamos.

¿Pero acaso las intervenciones ambientales no se planean en el laboratorio? Efectivamente se planean en el laboratorio, es decir en un ambiente distinto al de aplicación. Si volvemos al ejemplo de la familia, es como si la intervención se planeara en un instituto en el cual el tutor o encargado está permanentemente dedicado a monitorear al niño y a establecer las correcciones del caso (comer a tal hora, acostarse y levantarse a determinada hora, etc). Esa situación no ocurre en ningún hogar, los padres trabajan dentro o fuera de la casa, tienen otros hijos y otras tareas que realizar. El ambiente de la casa difiere sustancialmente del ambiente del instituto de investigación en conductas del niño. En el laboratorio se suele trabajar sobre el corto plazo, con todas las variables de relevancia controladas y con poblaciones de laboratorio que están adaptadas a tales condiciones de desarrollo y conservación. Normalmente estas poblaciones de mosquitos de laboratorio no tienen la misma respuesta a los estímulos que las poblaciones nativas ni se les permiten evolucionar de acuerdo a las nuevas condiciones ambientales, por lo tanto no siempre la extrapolación de resultados resulta válida. En concreto, se atribuyen a la especie comportamientos que son propios de la misma en el ambiente laboratorio, o lo que es lo mismo, se desprecia la componente ambiental-adaptativa de la especie.

¿Son entonces todas las intervenciones igualmente riesgosas? Ciertamente no es así, los riesgos están en función de las posibilidades de retrotraer la intervención a las condiciones previas y las características de la especulación teórica que media entre lo realizado en el laboratorio y la situación ambiental.

En próximos comentarios daremos ejemplos históricos de intervenciones ambientales y cómo funcionó en el mediano y largo plazo lo planeado.

Hernán G Solari
Dinámica de sistemas complejos, Física-FCEN-UBA e IFIBA-CONICET.
Leonardo Horacio Walantus
Centro de Investigaciones Entomológicas, Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales Universidad Nacional de Misiones.
Elena Beatriz Oscherov
Vicepresidenta de la Asociación Parasitológica, Argentina (Ex Profesora Titular de Biología de los Artrópodos y Biología de los Parásitos). FaCENA, UNNE Corrientes.
Gustavo C. Rossi
Centro de Estudios de Parásitos y Vectores, CCT La Plata-CONICET-UNLP.
Corina Berón
Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Biotecnología (INBIOTEC) CONICET.
Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos, EGE – IEGEBA, FCEyN-UBA CONICET.

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La paradoja de los repelentes

Reflexiones Ambientales Urbanas (42)

Nuestros cuerpos emiten señales atractivas que orientan a los mosquitos hacia la fuente de sangre necesaria para la producción de huevos. El calor corporal, el dióxido de carbono (CO2) de la respiración, el ácido láctico de la transpiración constituyen los principales atrayentes. Un buen repelente tópico para mosquitos tiene componentes activos que hacen que el insecto se desoriente o inhiba su ingesta sanguínea. La eficacia de los repelentes dependerá de la especie de mosquito, de la fisiología particular del humano o mascota y de la aplicación adecuada del producto en el lugar y momento apropiado. Si logramos que no nos piquen, las hembras buscarán otras fuentes de sangre cercanas, porque de todas maneras necesitarán de sangre para la producción de sus huevos. Como los repelentes no bloquean el ciclo de ovulación (ciclo gonadotrófico), las hembras buscarán a otras presas más atractivas (sin el repelente). Si nos encontramos en un ambiente silvestre (caminando entre pastizales, pescando, etc.) el repelente podrá ser eficaz ya que las hembras desviarán su atención hacia otros animales o personas desprotegidas para extraerles la sangre necesaria. En este caso nuestra presencia en el lugar es temporaria y el efecto del repelente podría ser efectivo para protegernos. La paradoja (en el sentido de contraria a la opinión común) se produce si todos los habitantes de una manzana se aplicaran repelentes en el lugar donde viven, trabajan o pasan por tiempos prologados en un entorno productor de muchos mosquitos (gran cantidad de criaderos). Las hembras de los mosquitos que necesitan sangre, tendrán que buscarla de todas maneras, o aumentara la exposición de las personas que no se apliquen el producto. En un trabajo científico publicado en 2013 se demuestra que el principio activo de los repelentes más comunes (DEET) es altamente protector cuando las hembras son expuestas en una primera instancia. Pero las hembras suelen acostumbrarse luego de la segunda exposición y el repelente ya no tendría el efecto protector deseado: http://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0054438

Que las hembras pierdan sensibilidad (o aumenten su tolerancia) al DEET sugiere un llamado de atención para no considerar que simplemente usando repelente estamos protegidos. El uso de los repelentes no puede ser continuo, debemos usar el sentido común a fin de evitar problemas derivados del exceso de esta práctica (alergias, irritaciones, resistencia, acostumbramiento). Es importante tener en cuenta que es mejor usarlo solo cuando es necesario. Por ejemplo, reflexionar sobre el área donde nos encontramos y la presencia de mosquitos en ese lugar, el estar a la intemperie, la presencia de vegetación y humedad, el hacer actividad física o estar en reposo. Por otro lado es habitual que aparezcan muchas formulaciones de repelentes caseros, hay que extremar los cuidados con los mismos, en especial cuando los aplicamos sobre el cuerpo, más aún en niños, sin conocer la concentración de los principios activos presentes.

Aplicaciones que pueden parecer inocuas podrían acarrear grandes complicaciones a la salud. De tener la posibilidad de hacer extractos que tienen potencial como repelente, conviene pulverizarlos sobre pisos, ventanas antes que ponerlos en la piel. https://espanol.epa.gov/control-de-plagas/use-los-repelentes-deinsectos-de-manera-segura-y-efectiva o https://edis.ifas.ufl.edu/in476 La conclusión de esta reflexión es que los repelentes pueden ser una gran ayuda para situaciones de exposición acotada a la presencia de mosquitos pero no puede ser tomado como una forma de protección prolongada. El mecanismo de protección más efectivo a mediano y largo plazo es el control de las poblaciones de mosquitos, que se consigue a partir de lograr un control efectivo de todos los criaderos presentes en las manzanas.

Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos, EGE – IEGEBA, FCEyN-UBA CONICET.
Raquel M. Gleiser
Ecología de Artrópodos CREAN-IMBIV, CONICET-UNC – Córdoba.
Hernán G Solari
Dinámica de sistemas complejos, Física-FCEN-UBA e IFIBA-CONICET.
Leonardo Horacio Walantus
Centro de Investigaciones Entomológicas,Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales Universidad Nacional de Misiones.
Elena Beatriz Oscherov
Vicepresidenta de la Asociación Parasitológica, Argentina (Ex Profesora Titular de Biología de los Artrópodos y Biología de los Parásitos). FaCENA, UNNE Corrientes.
Corina Berón
Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Biotecnología (INBIOTEC) CONICET.
Gustavo C. Rossi
Centro de Estudios de Parásitos y Vectores, CCT La Plata-CONICET-UNLP.

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¡A desarmar la Pelopincho!

Reflexiones Ambientales Urbanas (41)

Estamos en semana Santa del 2016. Muchas piletas de lona todavía están armadas pero ya no se usan. Comenzaron las clases y ya no hay tiempo para aprovecharlas. Algunas están casi vacías, otras todavía llenas.

Si los humanos no las usamos serán aprovechadas por varias especies de mosquitos.

Si no se desarman, serán criaderos de mosquitos durante la mayor parte del año, y nos llamará la atención que hasta en invierno sentiremos la molestia de mosquitos en nuestras viviendas. Ya se ha comprobado que estas piletas y las de material sirven como criaderos de mosquitos durante todo el año:

(http://server.ege.fcen.uba.ar/gem/pdf/Fischer%20&%20Schweigmann%202010.pdf ).

Si las dejamos con poca agua, estaremos favoreciendo la colonización del Aedes aegypti. Si se vacían sin guardarlas, acumularán agua de lluvia en pliegues, rincones, o en la base. Esa escasa cantidad de agua es atractiva para que las hembras depositen allí sus huevos. Si se vacían, y se desarman, y quedan semi-plegadas a la intemperie, pueden juntar suficiente agua de lluvia como para formar un excelente criadero de Aedes aegypti u de otras especies de mosquitos. Como Aedes aegypti deposita sus huevos sobre paredes, se corre el riesgo que queden pegados en la parte de la lona cercana donde hay agua. Los huevos pueden resistir toda la temporada invernal y eclosionar en el primer llenado durante la primavera o verano siguiente. Antes de guardar se debe cepillar, enjuagar bien y secar con un material absorbente (papel o trapo seco). Lo recomendable es que se guarde en un lugar seguro, seco y que no pueda acumular agua hasta el periodo estival siguiente.

Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos, EGE – IEGEBA, FCEyN-UBA CONICET.
Gustavo C. Rossi
Centro de Estudios de Parásitos y Vectores, CCT La Plata-CONICET-UNLP.
Mirta Mierez
Docente Área Parasitologia, Facultad de Medicina- UNNE, Corrientes.
Nora Burroni
Grupo de Estudio de Mosquitos, EGE – IEGEBA, FCEyN-UBA CONICET.
Corina Beron
Inst. de Inv. en Biodiversidad y Biotecnología.INBIOTEC – CONICET – Mar del Plata.

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La forma más común del dengue

Reflexiones Ambientales Urbanas (40)

¿Por qué continúan las epidemias de dengue a pesar de las acciones de bloqueo? ¿Cuáles son los síntomas más probables de un enfermo de dengue? De la misma manera que la introducción de una persona virémica en un ámbito urbano donde se reproduce el mosquito Aedes aegypti no garantiza que ha de producirse un brote en el lugar, no todo brote o foco epidémico ha de transformarse en epidemia. La dinámica propia de las epidemias es estocástica o azarosa. Esa estocasticidad está dada por imponderables como también por lo que se denomina estocasticidad intrínseca, es decir irreducible e inevitable, propia del fenómeno. Nuestra cultura (incluida la ciencia) está muy poco preparada para pensar en ella. Tendemos entonces a pedir y preguntar por imposibles. Por ejemplo ¿cuáles son los síntomas del dengue? MedlinePlus dependiente de la Biblioteca Nacional de Medicina USA nos ofrece la respuesta que buscamos.

La fiebre del dengue se inicia con una fiebre alta y repentina, a menudo de 40 a 40.5° C (104 a 105° Fahrenheit), de 4 a 7 días después de la infección.

De 2 a 5 días después de que la fiebre comienza, puede aparecer una erupción plana y roja sobre casi todo el cuerpo. Posteriormente en la enfermedad, se presenta una segunda erupción parecida al sarampión. Las personas infectadas pueden experimentar una mayor sensibilidad en la piel y sentir mucha molestia.

Otros síntomas abarcan

  • Fatiga
  • Dolor de cabeza (especialmente detrás de los ojos)
  • Dolores articulares
  • Dolores musculares
  • Náuseas
  • Inflamación de los ganglios linfáticos
  • Vómitos
  • Tos
  • Dolor de garganta
  • Congestión nasal

Pero si esta lista satisface a nuestras necesidades de información y a nuestras expectativas (juicios previos o prejuicios) tiene el problema de ser en buena medida incorrecta (lo “tachado” no es parte del cuadro clínico del dengue). La Organización Panamericana de la Salud se acerca un poco más a la verdad al distinguir entre dengue sin alarma (síndrome febril inespecífico), dengue con signos de alarma (El paciente puede presentar: dolor abdominal intenso y continuo, vómito persistente, acumulación de líquidos, sangrado de mucosas, alteración del estado de conciencia, hepatomegalia y aumento progresivo del hematocrito) y finalmente el dengue grave. Desde el punto de vista de la práctica médica esta clasificación parece tener más sentido, pero desde el punto de vista epidemiológico falta en ella la categoría más probable: dengue asintomático. Un artículo reciente (2015) nos explica la relevancia del dengue asintomático: tres de cada cuatro casos de dengue son de este tipo, se trata de personas que presentan un malestar menor que el producido por el “dengue sin signos de alarma” (o bien ningún malestar) pero que de igual manera reproducen el virus en sus cuerpos y lo transmiten a los mosquitos. Desde una mirada individualista estas personas no están enfermas, desde el punto de vista de la salud pública estas personas son parte de un proceso epidémico. Estos casos no llegan a las estadísticas, como no llegan tampoco muchos casos de dengue sin signos de alarma, que por asemejarse a otras enfermedades (es tan común escuchar “me siento como si me fuera a engripar”) no llegan a la consulta médica y sumado a estos, todas las dificultades e ineficiencias del sistema de notificación. Algunas estimaciones hablan de un caso notificado por cada 10 casos de dengue. Los procedimientos de bloqueo suelen llegar con marcada demora (semanas) reduciendo así la eficiencia de las ya ineficientes fumigaciones, y las tardías descacharrizaciones que ayudan a dispersar a los vectores portadores del dengue contribuyen también con su parte. Las acciones de bloqueo se deben realizar, pero debemos ser conscientes de que solo una grandísima dosis de suerte nos permitiría contener la epidemia con ellas. Solemos detectar la marcha silenciosa de la epidemia cuando una manzana infestada de mosquitos “se prende fuego” tal como lo describen las notas periodísticas ya citadas en Del patio limpio a la manzana saludable pero el dengue llego a estas manzanas circulando silenciosamente por muchas otras previamente. Es por eso que: ¡¡¡ no hay alternativa a la prevención!!!.

Cuando en un problema dominado por la incerteza actuamos como si tuviéramos certeza, el fracaso parece poco menos que inevitable.

Hernán G. Solari
Dinámica de Sistemas Complejos FCENUBA e IFIBA-CONICET.

Tomás Orduna
Director del Servicio de Medicina del Viajero, Hospital Muñiz.

Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos, EGE – IEGEBA, FCEyN-UBA CONICET.

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