Los murciélagos no previenen el dengue

Reflexiones Ambientales Urbanas (30)

Nota del 5 de marzo de 2016

Según la nota emitida por Ambito.com titulada “Murciélagos, ¿la solución para combatir el mosquito del dengue?” comunicada en http://www.ambito.com/noticia.asp?id=830068 (sábado 5 de marzo de 2016) Menciona un reportaje realizado al presidente del Programa de Conservación de Murciélagos del Uruguay.

Los murciélagos insectívoros son parte del ecosistema donde vivimos y su presencia es saludable para el ambiente en el marco del entorno urbano. Porque estos “mamíferos suelen tener actividad nocturna”, en pleno vuelo e ingirieren todo tipo de insectos voladores. Entre su dieta se encuentran los “mosquitos de actividad nocturna”. Por otra parte, Aedes aegypti tiene principalmente actividad diurna y sólo por una cuestión de lógica básica podemos darnos cuenta que hay una barrera horaria de actividades entre ambas especies. Por esta, razón los murciélagos no pueden controlar al mosquito Aedes aegypti.

El mosquito Aedes aegypti se encuentra con más frecuencia en los domicilios. Los murciélagos a veces suelen encontrarse en los domicilios, por ejemplo descansando durante el día, en el interior de los tapa-rollos de las persianas de muchos edificios urbanos. Esto ocurre porque las persianas que no son selladas correctamente dejan una abertura exterior que permite la entrada de estos pequeños mamíferos. A veces, los murciélagos ingresan a la habitación y provocan angustia de los moradores y sensación de inseguridad. Representan peligro si llegan a morder al capturarlos o cuando una mascota los molesta. Esta es una de las razones por las que los animales deben ser vacunados contra el virus de la rabia. Además la convivencia estrecha con los murciélagos puede generar acumulación indeseada de sus excretas en el domicilio o trabajo, favoreciendo a la proliferación de un hongo que puede producir Histoplasmosis y afectar las vías respiratorias del hombre. Por lo anteriormente expuesto, y también por lógica básica, no es conveniente permitir la proliferación de murciélagos en el domicilio.

No es necesario combatir, en los combates perdemos todos. En todo caso nuestro desconocimiento (ignorancia) es lo que favorece los desequilibrios ambientales que dan oportunidades a la entrada de patógenos en el ambiente urbano.

Si “combatimos” a los murciélagos tendremos más insectos molestando durante las noches. Si “combatimos” al mosquito Aedes aegypti en los lugares donde está ausente (fumigando a mansalva los parques), provocaremos daños sobre los depredadores naturales que controlan a muchas especies de mosquitos. Por lo tanto a mediano y largo plazo habremos facilitado la llegada de nuevos problemas (otras plagas). No es saludable “combatir”. Es el conocimiento y el respeto por el ambiente que nos rodea lo que nos va a permitir hallar las soluciones sustentables que nos merecemos.

Olga Suarez
Grupo de Ecología de Roedores Urbanos EGE – IEGEBA, FCEyN-UBA CONICET.
Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos EGE – IEGEBA, FCEyN-UBA CONICET.
Gustavo C. Rossi
Centro de Estudios de Parásitos y Vectores, CCT La Plata-CONICET-UNLP.
Raquel M. Gleiser
Ecología de Artrópodos CREAN-IMBIV CONICET-UNC – Córdoba.

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¿Yo, Señor? ¡No, Señor!… Pues entonces, ¿a quién le corresponde?

Reflexiones Ambientales Urbanas (29)

Quienes trabajamos investigando a los mosquitos domiciliarios (es decir, aquellos que puedan cumplir todo su ciclo de vida en ellas), especialmente aquellos que transmiten enfermedades como el dengue, entramos innumerables veces a las viviendas en busca de criaderos de estos insectos, a buscarlos en sitios de reposo y/o colocar trampas, o realizar encuestas con diferentes objetivos.

En esos momentos frecuentemente se generan charlas amenas con la gente, uno puede recoger ideas, sensaciones, a veces quejas, a veces preguntas; aunque uno finalmente atesora las palabras de apoyo, de aliento, de agradecimiento, de felicitaciones que reconfortan. Pero claro, nos suelen preocupar más las dificultades, aquello que necesita mayor dedicación y empeño. Ejemplos de esto resultan los comentarios de los moradores de viviendas de los barrios de medianos y de altos recursos: “Nosotros no tenemos nada de criaderos”, “¿Por qué buscas acá? Debes ir a barrios pobres, a las villas, a los asentamientos”.

En estos casos se le adjudica la responsabilidad del problema a un determinado grupo social, estigmatizándolo, y libera a otros. Otros comentarios –no menos preocupantes- responsabilizaban a las autoridades estatales sobre los criaderos de Aedes aegypti, señalando lugares externos a sus hogares, de uso comunitario: “Acá en mi casa, no; vayan a la fuente de la plaza”, “Ustedes deben revisar en el basural”, “No es en nuestras casas que deben buscar para eliminar, sino en los baldíos”, “[el problema] son todos esos charcos”, “Son los bañados de allá, que están llenos de basura”, etc. En estos ejemplos la responsabilidad se ubica totalmente hacia entes gubernamentales, y no se advierte que son sus propias viviendas pueden estar los criaderos, más cerca de lo que ellos creen. Y otros comentarios, involucran la idea de limpieza, por ejemplo, “en nuestra casa no vas a encontrar nada, tenemos todo muy limpio”.

A veces las personas endilgan los criaderos a quienes tienen más cerca, como a los vecinos de al lado o de otra parte de la manzana. Incluso al encontrar varios criaderos en sus casas insisten en que eso viene de la casa de al lado. Todas estas actitudes tienen en común que reflejan posicionamientos que evaden la propia responsabilidad y la transfieren a los otros, ubicando a los generadores del problema del Dengue fuera de sus hogares. Todo esto, además de no contribuir de ningún modo a mejorar la situación, resulta altamente riesgoso, dado que se puede ignorar el criadero más cercano al entrevistado.

Así pues, estos comentarios reflejan pensamientos y concepciones que forman parte de representaciones mentales las que constituyen barreras a la lucha contra la transmisión de enfermedades como ésta. Los ciudadanos y las ciudadanas deben comprender que es imprescindible la participación de toda la población a través –entre otras medidas- del cuidado del hogar, dado que en cualquier domicilio pueden existir recipientes que al acumular agua se convierten en potenciales criaderos de estos mosquitos. Y esta situación es independiente del poder adquisitivo de sus moradores.

Hermosas y costosas casas, muy limpias, ordenadas, espaciosas y con ambientes parquizados pueden tener criaderos de este mosquito, al igual que otras de medianos o bajos recursos, con distinto grado de orden ambiental. Con frecuencia suele encontrárselos también tanto en las viviendas más humildes y pequeñas (generalmente insertas en grandes ciudades) como en otras con más espacio donde se acumulan objetos (por su valor comercializable), o viviendas con jardines a fondo, donde ocurren descuidos de algunos recipientes, aunque el resto esté muy prolijo y limpio. Así, la experiencia nos demuestra que podemos encontrarlo en casas de todos los tamaños y densidades de vegetación. Puede haber algunas preferencias de este mosquito por algunas características, pero su presencia se registra en los diversos tipos de edificación y de barrio.

La epidemia suele iniciarse en zonas urbanas; luego, su propagación depende –entre otros factores- de la abundancia del mosquito y de la densidad de personas, situación que no excluye ninguna clase social, grupo de viviendas, ni atributo personal. Uno no contribuye efectivamente a mejorar este panorama mediante la realización de actividades de control de criaderos –potenciales o reales- si no se considera responsable de su entorno inmediato. Tampoco lo remedia depositar la plena responsabilidad en entes gubernamentales, aunque es innegable que tienen responsabilidad para este control.

El mosquito Aedes aegypti cría en recipientes u objetos que funcionan como tales tanto en nuestros hogares como también en otros sitios públicos de competencia del Estado (como las acumulaciones de autos para desarme, los cementerios, o algún sitio donde se acumulen algún tipo de recipiente a la intemperie). Diversas disciplinas pueden aportar importantes conocimientos para contribuir con este objetivo, así como también puede hacerlo la gente a partir de sus experiencias cotidianas. Saber que es responsabilidad de todos es el primer paso. Asumirla es el segundo.  La educación formal resulta clave. Muchos docentes enseñan acerca de cómo evitar los criaderos de mosquitos en las casas, y otros aspectos de los mosquitos, como el ciclo de vida, su papel en los ecosistemas, etc., pero otros docentes no priorizan el trabajan de este tema por diversos motivos (que también sería una barrera). La educación no formal es también un pilar importante, es decir aquella que ocurre fuera de las escuelas, y su aporte puede ser realmente significativo. Tomar en serio esta causa y transmitir lo que sabemos a quienes nos rodean resulta asimismo una contribución fundamental para propagar la información necesaria y crear consciencia de la responsabilidad compartida. Creemos que –a pesar de los obstáculos- estamos bien encaminados y contamos con nuevas visiones, más globales y abarcativas, que nos permiten pensar en un futuro más promisorio en este campo. Sin embargo, resulta claro que queda aún mucho por hacer y que se requiere el compromiso de todos. Aún estamos lejos de mejorar el actual panorama, pero debemos continuar procurando su superación.

Nora E. Burroni
Grupo de Estudio de Mosquitos, EGE-IEGEBA, FCEyN-UBA –CONICET.
Lic. Marcela Laura Peresan
Grupo de Epistemología, Historia y Didáctica de las Ciencias Naturales, CeFIEC- FCEyN, UBA.

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Aedes aegypti y la tercera edad

Reflexiones Ambientales Urbanas (28)

En muchas grandes ciudades de la Argentina, y en particular en la Ciudad de Buenos Aires, se verifica que año tras año la población de más de 65 años de edad aumenta. Este dato se comprueba en la CABA desde el censo de 1960 en adelante, cuando esta población casi se duplicó, pasando de representar un 9,3 % del total a un 17,2 % actual. Además, el envejecimiento poblacional se ha visto complementado en los últimos censos con un marcado incremento de los mayores de 80 años, que de menos del 1,5 % en 1960 actualmente representan el 5 % de la población de la CABA.

Muchas de las personas muy mayores viven en soledad, en viviendas que ya no pueden mantener ordenadas con sus propias fuerzas. Este grupo constituye un sector vulnerable de la sociedad. Las estructuras edilicias que se dañan ya no las pueden arreglar. Desde la casita más humilde, donde acumulan agua en barriles o tambores de 200 litros como única fuente de agua y que no pueden volcarlos para limpiarlos, hasta las viviendas residenciales con parque o jardín cuyo mantenimiento les resulta imposible hacerlo en forma personal, y dependen de poder contratar personal auxiliar o de la ayuda de sus familiares para concretarlo.

En algunos casos, y por hábitos y costumbres, suelen acumular agua de lluvia que cae desde el tejado en baldes que ya no pueden levantar. En otros casos, quizás tienen una cisterna pluvial -ubicada bajo nivel que ya no revisan. Pueden tener alguna canaleta del techo tapada de hojas, a la que ya no pueden acceder para mantenerla limpia. Suelen tener infinidad de plantas enraizando, puestas en recipientes con agua, que no suelen renovar con la frecuencia indispensable.

Todos estos ejemplos ofrecen condiciones para la acumulación de agua y que pueden transformarse en criaderos de mosquitos, especialmente Aedes aegypti, el vector de la fiebre amarilla urbana, el dengue, el chikungunya y el Zika, transformándose en potenciales riesgos sanitarios propios y para el resto de la comunidad. Algunos barrios dan testimonio de esto, mostrando índices altos de infestación de vivienda y de presencia de criaderos, en zonas urbanas con casas medianas a grandes habitadas por personas mayores.

Existen familiares que suelen visitar habitualmente a sus mayores y podrían ayudar a detectar estos potenciales sitios de cría y multiplicación de mosquitos, y proceder a su eliminación. En otros casos, cuando los adultos mayores no tienen familiares, existen grupos solidarios de vecinos, de ONG´s, de centros de jubilados o de distintas religiones, que suelen visitarlos para entregarles un tiempo de cariño y compañía. En estos casos, también sería recomendable que tomen en cuenta este tipo de problemas que suele darse en las temporadas cálidas del año.

También debemos considerar que las personas de la tercera edad tienen lo suyo para aportar a la solución del problema: suelen tener más tiempo libre, ganas de colaborar y mucha experiencia. Por lo tanto tenerlos en cuenta a la hora, por ejemplo, de cuidar a la familia con sus consejos, o ser difusores de la temática (muchos de ellos utilizan tanto las computadoras como los celulares para estar en contacto con sus allegados). Es indispensable sumarlos, hacerlos activos partícipes de su bienestar y de la comunidad, en este como en todos los temas ellos tienen mucho que aportar. Seguramente nos sorprenderán desde sus conocimientos y experiencia. Démosles el protagonismo que merecen.

Ellos forjaron nuestro futuro. A nosotros nos toca forjar el de los que nos suceden. Nuestros mayores merecen todo el respeto y solidaridad para vivir dignamente y estar protegidos ambientalmente ante la posibilidad de enfermar por alguno de estos virus.

Edgardo R. Marcos
Veterinaria en Salud Pública. Facultad de Ciencias Veterinarias, UBA.
Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos, EGE-IEGEBA, FCEyN -UBA CONICET
Leonardo Horacio Walantus
Proyecto “Vigilancia Epidemiológica. Seguimiento de Criaderos de Mosquitos de Interés Sanitario, Parque Tecnológico Misiones
Raquel M. Gleiser
Ecología de Artrópodos CREAN-IMBIV, Centro de Investigaciones Entomológicas, CONICET-UNC – Córdoba

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Dengue: debemos prevenirnos de los mensajes equivocados

Reflexiones Ambientales Urbanas (27)

Nota original publicada el 4 de marzo de 2016

En la nota publicada por Infobae donde se refieren al Grupo de Estudio de Mosquitos hace referencia a las líneas de investigación del grupo: http://www.infobae.com/2016/03/04/1794353-en-que-barrios-la-ciudad-circula-elmosquito-del-dengue Si bien los lineamientos de la nota tratan de ser objetivos, debemos señalar errores conceptuales que deberían ser corregidos y tenidos en cuenta por el periodismo en general.

a) El titulo pretende captar la atención del público. Sin embargo, es impreciso cuando se refiere a los barrios donde circula el mosquito: El mosquito no circula, están en las manzanas viviendo tranquilos hasta que decidamos actuar responsablemente. El término “circula” se usa para el virus, por lo cual puede generar confusión entre la enfermedad y el mosquito. La presencia del mosquito implica riesgo, pero no necesariamente tiene que estar infectado.

b) Primera foto donde se muestra a un operario fumigando. El epígrafe dice:” Operativo de fumigación para prevenir la propagación del mosquito Aedes Aegypti”. Este es el típico concepto equivocado que confunde a la sociedad. La prevención correcta es la eliminación de los criaderos. La fumigación debe aplicarse solamente en los casos cuando hay indicios ciertos de existencia de transmisión (casos).

c) Segunda foto donde se muestran mapas. El epígrafe dice:” Distribución de la población de dengue en la ciudad de Buenos Aires”. Dicho mensaje puede producir innecesariamente conmoción en la sociedad. No se trata de la distribución del virus dengue en Buenos Aires sino de la presencia del mosquito, que hace 18 años se encuentra presente y constituye un riesgo, pero no necesariamente transmisión. Por ello es que se viene explicando que el virus llega a partir de una persona infectada (por ejemplo vuelve de vacaciones) e infecta a los mosquitos de la manzana donde vive. Los mapas muestran distribución de presencia, no del virus.

La nota fue repetida en http://www.girabsas.com/nota/19257/ Los periodistas resumieron mal los contenidos de la página web del GEM y entrevistaron a una especialista. Por desconocimiento en el tema, al intentar sintetizar, incurrieron en errores conceptuales graves. Consideramos que el periodismo, en general, debe investigar con rigurosidad profesional este tipo de temas. No puede tomarse a la ligera, porque está en juego la salud de las personas. Alarmar a la población sin sentido no se traduce en respuestas saludables. Esto es un equivalente al audio de WhatsApp que ha circulado por los celulares el pasado 29 de febrero-1 de marzo que solo genera una primera fase de angustia para posteriormente hacer decaer la atención en las medidas preventivas. Los medios deben dar mensaje con propuestas ambientalmente saludable en vez de proponer mensajes apocalípticos.

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Nora Burroni
Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos Grupo de Estudio de Mosquitos
FCEyN- UBA – EGE /IEGEBA-CONICET

Aedes aegypti, algunas preguntas y el derecho al agua

Reflexiones Ambientales Urbanas (26)

Esta historia retrata la experiencia de algunos investigadores que comenzamos a trabajar en una ciudad del norte de Argentina con el objetivo de buscar maneras de prevenir el dengue. Al comenzar nuestra indagación, lo primero que nos preguntamos fue: ¿Dónde se encontrará el mosquito en esta localidad? ¿Dónde se criarán principalmente sus larvas y pupas? Si nos guiamos por la mayoría de las informaciones que recibimos de los medios de comunicación, la respuesta quizás parezca obvia y nos surja casi automáticamente: los cacharros. Sin embargo, eso no fue lo que encontramos.

De acuerdo a nuestros estudios, en esa ciudad la gran mayoría de los mosquitos se criaban en tanques grandes, recipientes de alrededor de 500 litros, donde la gente juntaba agua. La segunda pregunta que nos hicimos entonces fue: ¿por qué ocurre esto? Más allá de explicaciones biológicas que atañen a la respuesta, que indican que esos tanques pueden ser un excelente ambiente para la reproducción del mosquito, consideramos que la razón principal se relacionaba con un problema social, político y estructural: las dificultades para el acceso al agua. En esa localidad el servicio de agua de red estaba colapsado, con frecuentes cortes y muy baja presión en muchos momentos, por lo que las personas adoptaron la costumbre de juntar agua en sus tanques para luego consumirla. Cabe remarcar que este tipo de situaciones son muy frecuentes en zonas urbanizadas del continente y en estudios realizados en otras ciudades, se han encontrado resultados similares.

Creemos entonces que, además de las preguntas anteriores debemos formularnos las siguientes: ¿Qué podemos hacer para transformar esta situación? ¿Qué habría que hacer para que esos recipientes ya no sirvan de criaderos para el mosquito?

En una reflexión anterior se dijo que la mejor medida de prevención existente es eliminar el agua acumulada en los domicilios. Estamos de acuerdo con esta idea pero, ¿Cómo podría hacerse eso en esta situación? En principio, no sería una posibilidad eliminar esos recipientes, dado que la gente los usa para vivir. El asunto en este caso nos parece que va mucho más allá del dengue: el acceso al agua es un derecho, el agua es un bien necesario para la vida de todos/as.

Por lo tanto, la mejor solución en este caso sería buscar la manera de garantizar el cumplimiento de ese derecho. Esta solución no debería ni podría llegar a partir del trabajo de algunos investigadores foráneos (como lo éramos nosotros) a la zona. Si el gobierno del lugar no da respuestas, consideramos que la solución sería que los habitantes del lugar se organizaran y reclamaran. A su vez, desde nuestro punto de vista, una comunidad organizada podría participar de forma mucho más activa y potente en soluciones a problemáticas como esta, por ejemplo pensando y llevando a la práctica otras acciones para la detección y eliminación de criaderos en cada barrio. Pero eso ya podría ser parte de otra reflexión…

La salud, la política (en sus diferentes acepciones), la cultura, la economía, los derechos, las responsabilidades de cada uno/a y de cada grupo social se entrecruzan en forma compleja y se afectan mutuamente. Problemáticas como el dengue muchas veces van mucho más allá de lo que inicialmente uno puede imaginar y pueden encontrar relación con procesos profundos del sistema mundo en el que vivimos.

Fernando Garelli
Grupo de Didáctica de las Ciencias, IFLYSIB / CONICET La Plata

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