Aedes aegypti y el día del médico

Reflexiones Ambientales Urbanas (15)

El 3 de diciembre se celebra en toda América el día del médico según la propuesta de la Organización Panamericana de la Salud reunida en Dallas, 1953. Contrario a nuestras costumbres, el día celebra no el “paso a la inmortalidad” sino el nacimiento del médico cubano Carlos Finlay. Pero, ¿quién fue Carlos Finlay? ¿Por qué este homenaje?

Carlos Finlay es reconocido por haber descubierto que el mosquito Aedes aegypti era el transmisor de la temible fiebre amarilla. El homenaje es justo pero las cosas no son tan sencillas.

Demos en tres pinceladas una brevísima historia del descubrimiento de Finlay.

La fiebre amarilla asolaba el continente Americano, desde Boston en el norte hasta Buenos Aires en el sur, de Lima a Rio de Janeiro se hacía sentir esta enfermedad muchas veces mortal. En 1853 la enfermedad llegó a Cumaná, Venezuela, una ciudad al borde de la selva y el Caribe. Fue puesto a cargo de la emergencia sanitaria el Dr. Louis Beauperthuy, médico y naturalista formado ven Francia. Según las teorías de la época, la fiebre amarilla era debida a los miasmas que emanaban de los humedales que al entrar en contacto con las personas las enfermaban. Pero Beauperthuy vio que la teoría era incapaz de explicar sus observaciones. Beauperthuy observó que los pueblos originarios de la región hacían humo delante de las viviendas en pequeños braseros, medida efectiva para evitar las picaduras de insectos como los mosquitos. Mediante esta y otras observaciones sobre mosquitos utilizando un microscopio, llegó a la conclusión de que son los mosquitos y no los miasmas quienes transmiten la enfermedad y recomendó el uso de tules para protegerse. Llegó incluso a identificar a un mosquito “domestico” con rayas blancas en las patas como uno de los vectores de la enfermedad. Si bien Beauperthuy comunicó su descubrimiento a la sociedad científica de su tiempo, el mismo fue descartado como extravagante, se oponía al consenso científico.

Sin saber de los descubrimientos de su colega, el médico cubano Carlos Finlay realizó estudios y experimentos sobre la transmisión de la fiebre amarilla con el mosquito que hoy llamamos Aedes aegypti y en su tiempo era conocido como Culex fasciatus. Finlay establece en investigaciones realizadas entre 1881 y 1886 que la fiebre amarilla era llevada de persona a persona por el mosquito. Su informe de 1886 en el American Journal of Medical Sciences corrió la misma suerte que el informe de su predecesor caribeño.

La fiebre amarilla y la malaria fueron responsables del fracaso del proyecto de canal en Panamá llevado adelante por los franceses. El proyecto fue retomado por Estados Unidos de Norteamérica (EEUU) y suspendido por igual causa. Como consecuencia de la guerra hispano-estadounidense de 1898, Cuba fue ocupada por tropas de EEUU. Tropas que empezaron a sufrir los embates de la fiebre amarilla. A cargo del problema estuvo el mayor Walter Reed, médico, quien contaba con la asistencia de destacados médicos cubanos como el Dr. Agramonte. En una serie de experimentos, el grupo comandado por Reed pudo descartar la teoría de los miasmas, la teoría de los fomites y confirmar la teoría de Finlay.

Finalmente el papel fundamental de mosquito como transmisor de la fiebre amarilla era reconocido. El saneamiento ambiental de los campamentos, evitando el desarrollo de las poblaciones de mosquitos permitió en los años siguientes continuar la obra del canal en Panamá y concluirlo en 1914.

Dejamos las muchas moralejas de la historia a los lectores, señalando solamente, que la cultura y el conocimiento de los seres humanos son elementos esenciales en la conformación del ambiente urbano.

Hernán G Solari
Dpto. de Física, FCEN-UBA Jefe de Servicio IFIBA-CONICET

Tomás Orduna
Medicina Tropical/Medicina del Viajero. Hospital de Infecciosas F. J. Muñiz

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Conversación entre Especialistas: ¿que podría suceder si tiro el contenido de un criadero por la pileta de la cocina?

Reflexiones Ambientales Urbanas (14)

-Si el contenido de un criadero es tirado por la pileta de la cocina las larvas probablemente no sobrevivan, ya que, el lugar propicio para su crecimiento son aguas tranquilas. Opina BSE.

– Si se lava con agua caliente (más detergente) probablemente algunas de las larvas mueran. Agrega GR.

– Si la salida va a la cloaca y el sistema es cerrado la probabilidad de sobrevida de las que quedaron disminuye, finalmente en la planta de tratamiento quedarían muy pocas. Ahora si la pileta de la cocina va a un pozo ciego, lo más probable es que no quede ninguna que llegue hasta adulto, y si por el contrario, esa pileta desagua en un lugar abierto dependerá del tiempo de evaporación del agua, si es a una zanja dependerá de la presencia de depredadores. Opina GR.

-He muestreado muchas zanjas en distintas provincias a lo largo de los últimos años. Nunca encontré Aedes aegypti. Pero sería factible hallarlos, en muy baja probabilidad, porque pueden provenir de desagües de casas, no los cloacales sino de piletas de lavar. Y claramente el ambiente zanja es más hostil que un recipiente en una casa. Sostiene NB

– Si el agua va por la cloaca al río, las larvas de Aedes aegypti no podrán sobrevivir porque serían alimento para los pequeños peces que se encuentran presentes cerca de las salidas de las cloacas. Opina NS

– Si se tira el agua por la pileta, antes de llegar a otro destino esas larvas pasan a una rejilla que está debajo de la pileta, que tiene un sistema de sifón. Puede ocurrir entonces que las larvas queden en la rejilla y lo que habremos realizado es pasar las larvas desde el recipiente, a la pileta y luego a la rejilla y ahí seguirán con su vida en la propia casa.  Agrega NS.

– Lo más lógico es eliminar el criadero de otra forma, agua hirviendo es el más económico. Opina GR.

-O tirarlas a la tierra o al suelo al sol, si el suelo drena o está muy caliente no pueden sobrevivir. Concreta EBO

BSE: Bertucci, Sabrina Eliana. Estudiante de Lic. en Biología, UNNE. Corrientes.
EBO: Elena Beatriz Oscherov. Vicepresidenta de la Asociación Argentina de Parasitología.
GR: Gustavo Rossi, Taxónomo, Centro de Estudios de Parásitos y Vectores. CCT CONICETUNLP, La Plata.
NB: Nora Burroni. Grupo de Estudio de Mosquitos EGE – IEGEBA, FCEyN-UBA CONICET,
Buenos Aires.
NS: Nicolás Schweigmann Grupo de Estudio de Mosquitos EGE – IEGEBA, FCEyN-UBA
CONICET, Buenos Aires.

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El mejor control sobre Aedes aegypti

Reflexiones Ambientales Urbanas (13)

En esta historia pretendemos contar una excelente noticia y otra no tan buena. Empecemos por la segunda así quedará más resaltada la parte más favorable para el hombre. El mosquito Aedes aegypti es transmisor de un centenar de virus distintos (ej. fiebre amarilla urbana, dengue, chikungunya, Zika, etc.) y se introdujo a partir de 1555 desde África a los puertos de todo el planeta desde buques de empresas que traficaban esclavos. Desde esos tiempos hasta la actualidad, Aedes aegypti logró adaptarse muy bien a los ambientes domiciliarios. Ha demostrado procesos de micro-evolución en tiempos muy cortos. Estos procesos se producen por mutaciones en intercambios genéticos durante la reproducción (meiosis) y fecundación entre las células sexuales de los progenitores. Es así que los procesos evolutivos se producen muy rápido entre los organismos que tienen tiempos generacionales cortos, como las bacterias (horas), los insectos (semanas) o mamíferos (años). La posibilidad de intercambiar genes en tiempos de semanas es lo que posibilita detectar lo que se denomina resistencia a los insecticidas. Los individuos más aptos entre las variantes genéticas de cada población de mosquitos son los que dejarán descendencia. Desde la ciencia, podemos asegurar que es casi imposible (la ciencia nunca dice nunca) que los mosquitos se adapten a la falta de agua que aprovechan sus formas inmaduras (larvas y pupas) para desarrollarse. Por eso, la mejor medida de prevención existente es eliminar el agua acumulada en los domicilios. Ahora viene la excelente noticia.

Aedes aegypti es uno de los insectos del que existen mayor cantidad de publicaciones científicas en el planeta. La primera descripción corresponde a Linneo en 1762. Desde entonces existen muy pocos registros de que esta especie se encuentre en ambientes silvestres fuera de su región de origen en el noreste de África. Afortunadamente esta especie no suele aprovechar el agua de charcos formados por la lluvia o las crecidas de los ríos, los lagos, lagunas, arroyos, etc. Una excepción a la regla podría darse en el caso de llenado de recipientes por llenado de agua de ríos sin depredadores. La ciencia puede asegurar en forma categórica que por ahora no es común hallarlos en ambientes silvestres. La gran pregunta es ¿por qué no necesitó adaptarse totalmente a esos ambientes en los últimos 460 años de oportunidades? Es un buen tema para los futuros becarios.

Existe bibliografía donde se demuestra que una de las razones es que las formas originales de África ponen sus huevos sobre las paredes de los huecos de árboles o en las hojas de plantas que acumulan agua. En el resto del mundo, los recipientes artificiales con agua asemejan esas características y por ello no pondrían sus huevos sobre la tierra. Pero tampoco se los suele hallar en cantidades en recipientes artificiales presentes en ambientes silvestres no tan alejados del hombre. Una posible respuesta se basa en la presencia de depredadores naturales como hormigas, coleópteros que comen huevos de pequeños insectos o depredadores que comen bichitos que se mueven (larvas de libélulas, larvas de insectos, aves, batracios adultos) en el agua. Las larvas de Aedes aegypti suelen viborear mucho frente a perturbaciones o a la presencia de depredadores. Otras especies de mosquitos se hacen las muertas frente a los depredadores.

Lo que es evidente y hay que recalcar es que la propia naturaleza impide la colonización de ambientes naturales (o que Aedes aegypti no está presionando para ocupar dichos ambientes), con la misma intensidad que en los lugares habitados por el hombre. Una posible hipótesis es que tiene todo lo que necesita en el ambiente urbano (más que suficientes criaderos, muy buenos lugares para la reproducción, exceso de sangre para alimentarse y cada vez menos controladores naturales). Esta hipótesis quizás no sea cierta, pero al menos debería llevarnos a reflexionar sobre lo que estamos haciendo con la naturaleza y como nos relacionamos con el ambiente que nos toca habitar.

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Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos, EGE – IEGEBA, FCEyN-UBA CONICET.
Leonardo Horacio Walantus
Proyecto “Vigilancia Epidemiológica. Seguimiento de Criaderos de Mosquitos de Interés Sanitario
Centro de Investigaciones Entomológicas Parque Tecnológico Misiones.
Gustavo C. Rossi
Centro de Estudios de Parásitos y Vectores, CCT La Plata-CONICET-UNLP.
Raquel M. Gleiser
Ecología de Artrópodos CREAN-IMBIV,CONICET-UNC – Córdoba.

El entorno donde pudo producirse un caso de dengue en 2016

Reflexiones Ambientales Urbanas (12)

Durante la primera semana de febrero de 2016 confirmaron dengue de tipo 1 a un jardinero de una institución. Esa persona pudo infectarse en el lugar de trabajo o en cualquier otro lugar. Fuera de donde fuera el lugar de infección, el jardinero tenía el virus en la sangre, incluso antes de presentar síntomas y pudo transmitir el virus a hembras de estos mosquitos, tanto en el lugar de trabajo como en la manzana de donde vive. Como en la institución trabajan muchas personas, se tomaron las medidas preventivas que corresponde aplicar frente al caso de una persona infectada por dengue. Se tomó la precaución de suponer que hubiese sido allí. Se desalojó el predio, se realizaron tareas de fumigación para eliminar posibles mosquitos infectados, así evitar otras posibles picaduras infectivas. Luego, se buscaron posibles criaderos de Aedes aegypti que fueron hallados en tres ocasiones.

Se puede concluir que la fumigación resolvió solo momentáneamente el problema. La fuente productora de mosquitos seguía intacta. Una analogía de esta situación podrían ser las imágenes de bomberos tratando de apagar el fuego para que el siniestro no se traslade a las casas vecinas. Sin los focos de proliferación de mosquitos, no hubiese sido necesario incorporar insecticidas al ambiente. Pero la historia no termina aquí. ¿Si el jardinero hubiese adquirido la infección en otro lugar? Entonces los mosquitos infectados de ese otro lugar son los que estarían transmitiendo. El domicilio del infectado se encontraba ordenado, no tenía recipientes con agua y cada tanto echaban agua hirviendo a las rejillas. Pero la casa vecina fue en otros tiempos una casa que estuvo “tomada” por mucho tiempo. Luego del desalojo, la entrada fue clausurada sin realizar tareas de ordenamiento y limpieza integral para evitar la proliferación de plagas. El jardinero se encontraba en reposo en una habitación con mosquiteros (y por las dudas pastilla repelentes). En las puertas de ingreso a la casa -que no tienen mosquitero–colocaron espirales del lado de afuera y aplicaron periódicamente insecticidas. Esas acciones sirvieron para que el infectado no transmitiera el virus a los mosquitos presentes en el lugar. Las elevadas abundancias de mosquitos sugieren la presencia de criaderos muy productivos en las inmediaciones. Este tipo de situaciones suelen darse también cuando se demuelen edificios durante el periodo estival que tienen sótano y se dejan así durante tiempos prolongados. Con las lluvias los sótanos se inundan y se transforman en excelentes criaderos de mosquitos inaccesibles para el humano. Los vecinos suelen sufrir las consecuencias. Cientos de mosquitos (en algunos casos miles) invaden los domicilios del entorno, entran por cualquier abertura o rendija de la casa y se transforman en una plaga molesta y peligrosa.

Los vecinos sufren las consecuencias y quedan obligados a armar telas mosquiteras sobre las camas para dormir – como en las películas de aventuras por la selva- pero en realidad esta historia ocurrió en pleno centro de una gran ciudad. Los epidemiólogos tendrán que hacer sus investigaciones para determinar los verdaderos focos de transmisión y bloquearlos. Pero esta historia verídica debería servir de ejemplo para considerar el riesgo que generan las propiedades privadas abandonadas, de ingreso bloqueado o las demoliciones inadecuadas que se hacen inaccesibles para el control de plagas, poniendo en riesgo la salud de los habitantes.

Entre las posibles soluciones ambientales saludables y económicas deberían establecerse normativas que se aseguren un ordenamiento y limpieza preventiva del predio antes de permitir el bloqueo de la entrada. Además debiera existir un registro de personas reales responsables del predio, a quien recurrir en caso de emergencia. Del mismo modo, para los edificios demolidos deberían tomarse los recaudos para prevenir la posibilidad de formación de criaderos de mosquitos.

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Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos, EGE-IEGEBA,FCEyN. UBA CONICET

Leonor Bonan
Instituto de Investigaciones CeFIEC, FCEyN -UBA

Isaac Cymerman
Servicio de Higiene y Seguridad, FCEyN – UBA

Aedes aegypti y la obsolescencia programada

Reflexiones Ambientales Urbanas (XI)

El problema de las enfermedades trasmitidas por mosquitos urbanos como el Aedes aegypti presenta una gran complejidad. Hay muchas dimensiones por donde se puede abordar, tales como las culturales (donde la educación es la más importante), las ambientales y también las económicas. Para este último caso, se analiza la relación de las enfermedades transmitidas por vectores con el fenómeno generado por las empresas productoras de bienes. Desde la década del treinta, cuando por un objetivo de lucro económico se decidió acortar el tiempo de vida útil de los productos manufacturados (la denominada obsolescencia programada), quedó fuertemente afectada la conservación del medio ambiente. Se generan desde entonces importantes focos de contaminación del suelo, agua y aire. Los mosquitos no son la excepción porque pueden proliferar en los residuos sólidos capaces de acumular agua. El exceso de recipientes que acumula agua podría denominarse como una forma más de “contaminación productora de mosquitos” en las zonas urbanas.

Vehículos, heladeras, lavarropas, cocinas, microondas, televisores, envases plásticos, entre otros objetos, son desarrollados y manufacturados con mayor eficiencia energética pero con menor vida útil. La regla del mercado es que con la compra del artículo, se establece su transferencia pero se alerta al comprador sobre la transferencia de responsabilidad sobre lo que ocurra después con dicho artículo. En muchos casos los objetos obsoletos son mantenidos sin sentido en algún lugar de la vivienda incluyendo, el peri-domicilio. Los objetos capaces de acumular agua en los domicilios constituyen el primer foco de proliferación de mosquitos. Siguiendo esa misma línea, los municipios tratan de resolver ese problema con el retiro de los restos domiciliarios para un posterior destino. Si bien existen iniciativas de reciclado, como la minería urbana, separación, trituración, fundición, re-manufacturación, etc., la promoción de un consumo creciente va mucho más rápido y los vertederos de productos inservibles están colapsando. Las soluciones al problema ambiental global deberían ser evaluadas desde el origen, donde las empresas productoras tendrían que demostrar su responsabilidad social y el Estado estimular estrategias para la recuperación, el reciclado y/o la transformación de los residuos en otros productos útiles. Por ejemplo, avanzar en la investigación y desarrollo de envases biodegradables. Los Estados, mediante su legislación, deberían considerar este tipo de problemas para asegurar un futuro saludable a las próximas generaciones. Es comprensible la necesidad de generar riquezas y de generar trabajo, pero en la actualidad estos aspectos contrastan fuertemente con la contaminación ambiental. Además, el problema no es exclusivo de la Argentina. Hoy por hoy, la transmisión continental de dengue, chikungunya, Zika en América y el agregado de fiebre amarilla urbana en África son señales de que el problema de contaminación urbana capaz de provocar enfermedades transmitidas por vectores también es global.

Todos compartimos el mismo problema. Estas señales ambientales traducidas en miles de enfermos deberían servirnos para re-pensar el planeta donde queremos vivir.

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Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos, EGE – IEGEBA, FCEyN-UBA CONICET

Marina Stein
Área de Entomología, Instituto de Medicina Regional- UNNE – Resistencia-Chaco

Guillermo Folguera
Facultad de Filosofia y Letras Fac. Ciencias Exactas y Naturales UBA-CONICET

Gustavo C. Rossi
Centro de Estudios de Parásitos y Vectores, CCT La Plata-CONICET-UNLP

Raquel M. Gleiser
Ecología de Artrópodos CREAN-IMBIV, CONICET-UNC – Córdoba