Aedes aegypti en las cubiertas de vehículos descartadas

Reflexiones Ambientales Urbanas (X)

El interior de las cubiertas de vehículos usadas (tractores, camiones, automóviles, motos, bicicletas, etc.) son excelentes criaderos de Aedes aegypti. Constituyen ambientes ideales para su proliferación porque suelen mantener microambientes húmedos y acumulan pequeñas cantidades de agua ideales para el desarrollo del mosquito. A su vez, está protegida por una capa de aislante de los cambios bruscos de temperatura ambiente. Suele ser imposible sacar el agua remanente del interior de una cubierta, si no es mediante la ayuda de un trapo o un material absorbente.

Se ha verificado la importación de huevos de este tipo de mosquito al continente Americano (Brasil y EEUU) en la década de los ´80 a través de mercaderías usadas dispuestas en contenedores a través de barcos provenientes de Asia. Para el año 2015 circulaban en Argentina más de 11 millones vehículos. Un recambio de cubiertas vehiculares cada cuatro años sugiere la posibilidad de producir 11 millones de nuevos criaderos por año. Un reflejo del recambio y el desorden ambiental son las montañas de cubiertas frente a las gomerías de centros urbanos, o acumuladas en baldíos, desechadas en zanjas, etc. Existen municipios que presionan con multas a los comercios que mantienen cubiertas acumuladas en sus frentes, pero no les ofrecen soluciones alternativas. Existe un circuito comercial de cubiertas usadas entre centros urbanos y localidades periféricas que contribuye a dispersar pasivamente los huevos de Aedes aegypti desde una localidad a otra De este modo, el mosquito se transforma en un suvenir entre la mercadería, viajando como huevo en el interior de las cubiertas que transportan los buques o las camionetas o camiones. Las cubiertas terminan su ciclo como basura capaz de acumular agua (criaderos) y su disposición final adecuada en rellenos sanitarios genera complicaciones debido a la elasticidad del material. Al presionarlo con las topadoras se entierran, pero con el tiempo vuelven a surgir a la superficie. De hecho, quienes monitorean la situación del Aedes aegypti en una región o necesitan material para sus estudios buscan los acúmulos de cubiertas usadas en zonas urbanas porque saben que allí encontrarán decenas de criaderos. El agua acumulada cuando se combina con detritos orgánicos también ofrece hábitat adecuado para la proliferación de otros mosquitos como Culex pipiens.

La forma más adecuada de resolver este desorden ambiental es el reciclado donde un problema de alto riesgo puede transformarse en un negocio rentable. Existen empresas que se encargan de triturar las cubiertas y transformarlas en pellets, que son unas pequeñas bolitas de caucho que sirven de materia prima para la producción de otros materiales. Por ejemplo se usan como parte de mezclas para la producción de pisos que requieren elasticidad o el césped sintético.

En la Argentina existen contadas empresas que reciben en forma gratuita las cubiertas. Fueron concebidas gracias a la participación de equipos multidisciplinarios organizados instituciones tecnológicas estatales, a la que se suman las propias empresas productoras y comercializadoras de cubiertas. Estos emprendimientos son alentadores y deberían ser acompañados regionalmente con el apoyo de legislaciones y decisiones gubernamentales estrictas que faciliten y aseguren la disposición final y tratamiento para el reciclaje de cubiertas en todo el país. Especialmente con apoyo económico para su creación en las provincias más afectadas. Se trata de una aberración ambiental la presencia de acúmulos de cubiertas en zonas urbanas porque ponen en riesgo la salud de los habitantes como las enfermedades transmitidas por mosquitos (dengue, Zika y chikungunya y fiebre amarilla urbana).

Estas enfermedades suelen surgir en forma explosiva, tal cual se está observando en la epidemia actual. Las declaraciones de emergencia del Estado son para destinar recursos para ese mismo fin. El poder Legislativo debería participar en considerar el tema del tratamiento final de las cubiertas de vehículos como uno de los factores de desorden ambiental que competen al estado y que ponen en riesgo la salud de los habitantes. Los distintos poderes ejecutivos (nacional, provincial, municipal) deberían considerar el efecto contaminante de las cubiertas en ambientes urbanos como una prioridad para resolver y producir acciones sustentables en el tiempo.

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Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos EGE – IEGEBA, FCEyN-UBA CONICET

Marina Stein
Área de Entomología Instituto de Medicina Regional-UNNE – Resistencia-Chaco

Gustavo C. Rossi
Centro de Estudios de Parásitos y Vectores, CCT La Plata-CONICET-UNLP

Raquel M. Gleiser
Ecología de Artrópodos CREAN-IMBIV CONICET-UNC – Córdoba-UBA CONICET

Aedes aegypti en el taller mecánico

Reflexiones Ambientales Urbanas (9)

El mecánico de mi auto se queja por la cantidad de mosquitos que lo molestan en el taller. Su hijo de tres años es muy susceptible a las picaduras y está preocupado por el dengue. Mientras espero que termine de hablar por teléfono veo buena cantidad de estos insectos revoloteando. Capturo uno, a la luz del sol se ven las banditas blancas en las patas. En un ambiente muy urbanizado como este, suele tratarse de Aedes aegypti, el mosquito transmisor de la fiebre amarilla urbana, el dengue, el chikungunya, el Zika y otros virus que enferman a las personas. Luego le pregunto si tenía recipientes con agua y mientras hago un paneo visual del taller y me responde que no tenía agua acumulada. Solo se ve una alcantarilla pluvial en la calle. Con la ayuda de un espejo y luz solar puedo constatar que no había larvas de mosquitos en el fondo.

– ¿Estás seguro que no tenés agua acumulada en algún lugar?- le insistí. Después de pensar unos instantes, me respondió –mmmm, la fosa-.

Fuimos al pozo donde suele instalarse el mecánico para reparar los vehículos desde abajo. El lugar se encontraba inundado con cinco centímetros de agua. Usaba unas tablas para poder pisar y no mojarse. Pudimos observar miles de larvitas alteradas por la luz de la linterna de medio centímetro de longitud.

-¿Y cómo llega el agua al pozo?- le pregunté.

– Es un problema general en el barrio, la napa de agua está cerca de la superficie y entonces filtra hacia la fosa- me respondió.

Pude observar que además había grasa, que sirve de alimento a organismos microscópicos (ej. bacterias, protozoos) presentes en el agua. A su vez estos microorganismos sirven de alimento a las larvas de los mosquitos. Todo servido!

¿Qué puedo poner para matarlos? ¿Lavandina? ¿Cloro? ¿Insecticida? –me preguntó.

Por un instante pienso: “otra vez el paradigma químico”. El “que le puedo poner”.

-Vos pasas mucho tiempo ahí. La lavandina y el cloro es para controlar a los microorganismos, pero la concentración que deberías usar sería tan alta que te intoxicarías o no soportarías el olor. Algo parecido te puede ocurrir si pones algún insecticida. Hay soluciones más saludables y más efectivas a largo plazo- le respondí- .

Existen soluciones ambientales mucho más efectivas donde no se necesita aplicar productos químicos al ambiente. Por ejemplo en este caso, el problema es el filtrado desde la napa de agua. Se puede colocar una pequeña bomba de desagote y sacar periódicamente el agua hacia la alcantarilla de la calle. Sin agua en la fosa no habrá posibilidad que los mosquitos aprovechen la situación y se reproduzcan.

El mecánico llevo a la práctica la idea y funcionó muy bien. Quedo libre de mosquitos….pero se fue de vacaciones por quince días. Nuevamente había muchos mosquitos en el taller. Aedes aegypti es un mosquito oportunista, aprovecha cualquier ocasión para reproducirse. En este caso la solución es asegurar un bombeo periódico mediante un sistema automático.

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Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos
EGE-IEGEBA, FCEyN -UBA CONICET

Un hogar para mis mosquitos o de cómo criaba mosquitos en casa sin saberlo

Reflexiones Ambientales Urbanas (8)

Si algo me molestaba, eran son estos mosquitos que me picaban en tobillos y las pantorrillas todas las tardes. Venían del patio, pasaban por debajo de la puerta y me picaban. Yo distraído no me daba cuenta hasta que me había rascado tanto que la pierna me sangraba (ok, confieso que tengo una enfermedad en la piel, nada grave).

Muchas veces busqué donde se criaban y eliminé sus criaderos, pero me seguían picando. Antes de comenzar una disputa vecinal busqué una vez más. No pude más que repetir los lugares donde ya había buscado un par de meses atrás para no dar nada por cierto. Debajo de una rejilla que tapa una de las bocas de drenaje de la lluvia en el parque me encontré con una sopa de larvas. Nunca vi nada así. A cinco metros de la puerta, muchos, muchísimos, demasiados mosquitos esperando crecer y picarme. Confieso que perdí el control, busqué cuanto producto químico tenía a mano y les eché.

El agua se tornó blanca pero la sopa de larvas seguía bullente. Frustrado, me senté en el pasto rodeado de frascos. ¿Y si saco el agua y la tiro sobre pasto? mmmm las pupas sobrevivirían y posiblemente llegarían a adultas… tuve que pensar más, hasta que di con la solución. Calenté agua hasta el hervor en la pava y la vertí hasta poner quietud en ese lugar. Faltaban dos cosas, la solución definitiva y saber cómo fue que pasó eso. Las dos respuestas vendrían de la mano.

 Al día siguiente llegó Juan, que corta el pasto y me ayuda con el mantenimiento de la casa, un gran tipo que se da maña para todo.

Le comenté el problema y me dijo: – ¿No te acordás que lo limpié? Estaba lleno de mugre, la caja que tiene estaba llena de barro. Había incluso una cosa naranja horrible.

– ¿Y para qué sirve la caja?
– Ah! no sé, pregúntale al constructor que la hizo.

La caja no es más que una caja sin tapa por debajo del nivel del caño de drenaje con una capacidad de unos 4lts (o más) de agua. Su función no se sabe, posiblemente un error de cálculo de niveles, ni siquiera sabía de su existencia. Cuando Juan hizo limpieza sacó el hongo (que no era tan feo a mi parecer) y toda la tierra que en años había acarreado el agua desde el jardín hasta llenar completamente la caja. Juan dejó limpio para ser usado por los mosquitos un hogar de unos cuatro litros que se llenó de agua en la primera lluvia. Lugar ideal, reparado del sol, a estrenar, servicio de alimentos a domicilio… los mosquitos agarraron viaje enseguida. Así fue como construí un paraíso para ellos. Le pedí a Juan que pusiera unos cascotes, rellenara con cemento y anulara la caja de manera que no quedara nada de agua acumulada. Ahora tengo menos cicatrices en las piernas.

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Hernán G Solari
Depto. Física, FCEN-UBA, IFIBA-CONICET

Aedes aegypti en el Poder Judicial

Cuando transitamos una ciudad, podemos observar la existencia de predios donde se suelen acumular vehículos, tráiler, carritos, motos y otros objetos en calidad de secuestro judicial. Muchas veces, por falta de espacio, estos objetos suelen colocarse encimados de forma desordenada.

Una gran cantidad de esos objetos llegaron a esos lugares como resultado de un accidente vial por lo que muestran aberturas que permiten la acumulación de agua en el interior. El agua en pequeñas cantidades y a la sombra constituye un ambiente ideal para la proliferación del mosquito Aedes aegypti, transmisor de la fiebre amarilla urbana, el dengue, el chikungunya y el Zika. Con el tiempo, suele crecer vegetación entre los objetos. Esa vegetación más los árboles o arbustos aledaños sirven para los adultos de esa especie mosquito (y otras) como lugares de reposo y fuente de alimento (néctar vegetal).

Los altos niveles de humedad que provee la vegetación favorecen la expectativa de vida de los mosquitos. A escasos metros de esos lugares suele ubicarse un puesto policial, cuya función es la de proteger el material y así evitar el vandalismo. Así, otra función involuntaria de los agentes del orden es la de proveer sangre a las hembras que necesiten poner sus huevos, para luego de un tiempo oviponer en las paredes de los objetos secuestrados con pequeños cúmulos de agua. La situación se complica aún más cuando en las inmediaciones de esos predios existen viviendas, que muchas veces son precarias y otras no tanto. En tal caso, los habitantes compartirán con los agentes del orden la misma población de mosquitos.

Con la llegada al lugar de portadores de alguno de los virus mencionados a través de una persona infectada, los mosquitos que crían entre el material secuestrado podrían iniciar un foco de transmisión (un brote epidémico). Desde el Estado se le pide a la población llevar a cabo medidas de prevención. Los habitantes de esos lugares suelen responder que ellos las hacen pero ¿y de esos predios quien se encarga? Como solución existen medidas basadas en el “paradigma químico” (“que sustancia le puedo poner”), como la aplicación de insecticidas (también rodenticidas) o larvicidas químicos y/o biológicos.

Muchas veces esos tratamientos son costosos y no suelen tener la eficacia de llegar hasta los criaderos más recónditos entre las montañas de chatarra, otras veces no se aplican con la periodicidad que indica la normativa. Hoy se conoce que los insecticidas inducen resistencia, por lo que obliga a usar otros productos químicos aún más costosos para el estado.

El riesgo de transmisión es muy elevado, por lo que se debería actuar con la máxima responsabilidad que corresponde al Estado en su función de proteger a los ciudadanos. La presencia de chatarra acumulada también conlleva la proliferación de otras plagas (ratas y otras alimañas) o la acumulación de sustancias nocivas para la salud como los metales pesados de las baterías que contienen plomo, aceite de cárter, etc.

Existen medidas ambientales, saludables, seguras y sustentables que requieren de ingenio de los planificadores urbanos y deberían ser discutidas. Por ejemplo la compactación y envío a fundición. Las claves son: a) es nocivo acumular este tipo de materiales por largos periodos, b) es nocivo para la salud que estos predios se encuentren en zonas urbanizadas.

Las declaraciones de emergencia del Estado son para destinar recursos para ese mismo fin. El poder Judicial debería usar parte de esos recursos para dar una solución definitiva y sustentable a este tipo de problemas ambientales que son producidos por una mecánica de acción burocrática “legal” que pone en peligro la salud de los ciudadanos.

Nota: 1. La presente nota fue redactada en 2016.

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Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos EGE – IEGEBA, FCEyN-UBA CONICET

Marina Stein
Área de Entomología Instituto de Medicina Regional-UNNE – Resistencia-Chaco

Leonardo Horacio Walantus
Proyecto “Vigilancia Epidemiológica. Seguimiento de Criaderos de Mosquitos de Interés Sanitario” Centro de Investigaciones Entomológicas Parque Tecnológico Misiones

Gustavo C. Rossi
Centro de Estudios de Parásitos y Vectores CCT La Plata-CONICET-UNLP

Corina Berón
Inst. de Inv. en Biodiversidad y Biotecnología INBIOTEC – CONICET – Mar del Plata

Raquel M. Gleiser
Ecología de Artrópodos CREAN-IMBIV CONICET-UNC – Córdoba

Aedes aegypyi en una situación de transmisión de dengue

Reflexiones Ambientales Urbanas (6)

Era febrero de 2009, localidad Pampa del Infierno, Chaco, a un poco más de 200 km hacia el oeste de Resistencia, sensación térmica, 45°C a la sombra, en plena epidemia de dengue. La localidad de unos 9000 habitantes no cuenta, ni contaba en ese entonces, con agua de red, por lo que la población almacenaba agua en aljibes ubicados en los patios de los domicilios. Más del 50% de los habitantes ya tenía dengue y el único hospital estaba abarrotado de enfermos y gente que no paraba de llegar sintiéndose mal, aunque según las autoridades ya estaba todo controlado.

La Municipalidad nos llevó a recorrer la localidad y pudimos ver en los domicilios los aljibes. La gente con mayor poder adquisitivo los había construido con tapa de metal, mientras que la gente pobre, los había hecho casi a ras del suelo y sin tapa. Un enorme recipiente (>500 litros), con paredes de ladrillo que se cargaba con agua de lluvia. Por la epidemia, se le ocurrió a la Municipalidad proveer a los habitantes de tejido sombra para tapar los aljibes sin tapa y así impedir el ingreso del mosquito vector para que no deposite allí sus huevos. ¡Una muy buena idea!; lástima que surgió en plena epidemia y no antes, como medida de prevención.

También observamos, en estos mismos hogares, que utilizaban las cubiertas cortadas por la mitad como bebederos de animales (gallinas, perros, etc.),en las cuales pudimos constatar la presencia de gran cantidad de larvas de Aedes aegypti. Y sí, este es uno de los hábitats más frecuentes para Ae. aegypti. Para este tipo de recipiente la Municipalidad sólo propuso que se cambiara el agua todos los días, lo cual eliminaría las larvas pero no los huevos que quedaban en la superficie o cara interna de la cubierta. Comentamos esto con la gente, quienes manifestaron desconocer sobre eso y afirmaban que limpiarían la superficie para remover también los huevos. No sabemos si esto realmente se hizo efectivo. De todos modos el número de larvas que estos criaderos producían no se comparaba con los aljibes, ni con lo que observamos unos minutos más tarde.

Mientras seguíamos recorriendo la localidad con la gente de la Municipalidad, se nos acercó un poblador y nos comentó, que él había observado que los piletones del viejo matadero abandonado estaban llenos de agua y que tal vez sería importante que fuéramos a revisarlos. Le preguntamos dónde se encontraba el matadero y para nuestra sorpresa nos dijo que a unas pocas cuadras de allí.

El viejo matadero abandonado, hacía ya muchos años, había quedado inmerso dentro del ejido urbano de la ciudad que se había extendido por el normal crecimiento demográfico. Cuando ingresamos al edificio abandonado, observamos 4 grandes piletones (2 x 5 metros aprox.) llenos de agua con miles de larvas de mosquitos, muchas de ellas de Aedes aegypti. ¿Nos preguntamos cómo se llenaban esos piletones con tanta agua?; y vimos que el techo del edificio estaba roto en varios lugares justo encima de ellos.

En plena epidemia de dengue con casi la mitad del pueblo enfermo, a las autoridades públicas se les pasó por alto revisar este sitio, posiblemente principal proveedor de los mosquitos que estaban transmitiendo el virus. A este tipo de criaderos se los denomina “criaderos clave” para actuar en la prevención.

Marina Stein
Área de Entomología, Instituto de Medicina Regional-UNNE Resistencia-Chaco

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