El entorno donde pudo producirse un caso de dengue en 2016

Reflexiones Ambientales Urbanas (12)

Durante la primera semana de febrero de 2016 confirmaron dengue de tipo 1 a un jardinero de una institución. Esa persona pudo infectarse en el lugar de trabajo o en cualquier otro lugar. Fuera de donde fuera el lugar de infección, el jardinero tenía el virus en la sangre, incluso antes de presentar síntomas y pudo transmitir el virus a hembras de estos mosquitos, tanto en el lugar de trabajo como en la manzana de donde vive. Como en la institución trabajan muchas personas, se tomaron las medidas preventivas que corresponde aplicar frente al caso de una persona infectada por dengue. Se tomó la precaución de suponer que hubiese sido allí. Se desalojó el predio, se realizaron tareas de fumigación para eliminar posibles mosquitos infectados, así evitar otras posibles picaduras infectivas. Luego, se buscaron posibles criaderos de Aedes aegypti que fueron hallados en tres ocasiones.

Se puede concluir que la fumigación resolvió solo momentáneamente el problema. La fuente productora de mosquitos seguía intacta. Una analogía de esta situación podrían ser las imágenes de bomberos tratando de apagar el fuego para que el siniestro no se traslade a las casas vecinas. Sin los focos de proliferación de mosquitos, no hubiese sido necesario incorporar insecticidas al ambiente. Pero la historia no termina aquí. ¿Si el jardinero hubiese adquirido la infección en otro lugar? Entonces los mosquitos infectados de ese otro lugar son los que estarían transmitiendo. El domicilio del infectado se encontraba ordenado, no tenía recipientes con agua y cada tanto echaban agua hirviendo a las rejillas. Pero la casa vecina fue en otros tiempos una casa que estuvo “tomada” por mucho tiempo. Luego del desalojo, la entrada fue clausurada sin realizar tareas de ordenamiento y limpieza integral para evitar la proliferación de plagas. El jardinero se encontraba en reposo en una habitación con mosquiteros (y por las dudas pastilla repelentes). En las puertas de ingreso a la casa -que no tienen mosquitero–colocaron espirales del lado de afuera y aplicaron periódicamente insecticidas. Esas acciones sirvieron para que el infectado no transmitiera el virus a los mosquitos presentes en el lugar. Las elevadas abundancias de mosquitos sugieren la presencia de criaderos muy productivos en las inmediaciones. Este tipo de situaciones suelen darse también cuando se demuelen edificios durante el periodo estival que tienen sótano y se dejan así durante tiempos prolongados. Con las lluvias los sótanos se inundan y se transforman en excelentes criaderos de mosquitos inaccesibles para el humano. Los vecinos suelen sufrir las consecuencias. Cientos de mosquitos (en algunos casos miles) invaden los domicilios del entorno, entran por cualquier abertura o rendija de la casa y se transforman en una plaga molesta y peligrosa.

Los vecinos sufren las consecuencias y quedan obligados a armar telas mosquiteras sobre las camas para dormir – como en las películas de aventuras por la selva- pero en realidad esta historia ocurrió en pleno centro de una gran ciudad. Los epidemiólogos tendrán que hacer sus investigaciones para determinar los verdaderos focos de transmisión y bloquearlos. Pero esta historia verídica debería servir de ejemplo para considerar el riesgo que generan las propiedades privadas abandonadas, de ingreso bloqueado o las demoliciones inadecuadas que se hacen inaccesibles para el control de plagas, poniendo en riesgo la salud de los habitantes.

Entre las posibles soluciones ambientales saludables y económicas deberían establecerse normativas que se aseguren un ordenamiento y limpieza preventiva del predio antes de permitir el bloqueo de la entrada. Además debiera existir un registro de personas reales responsables del predio, a quien recurrir en caso de emergencia. Del mismo modo, para los edificios demolidos deberían tomarse los recaudos para prevenir la posibilidad de formación de criaderos de mosquitos.

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Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos, EGE-IEGEBA,FCEyN. UBA CONICET

Leonor Bonan
Instituto de Investigaciones CeFIEC, FCEyN -UBA

Isaac Cymerman
Servicio de Higiene y Seguridad, FCEyN – UBA

Aedes aegypti y la obsolescencia programada

Reflexiones Ambientales Urbanas (XI)

El problema de las enfermedades trasmitidas por mosquitos urbanos como el Aedes aegypti presenta una gran complejidad. Hay muchas dimensiones por donde se puede abordar, tales como las culturales (donde la educación es la más importante), las ambientales y también las económicas. Para este último caso, se analiza la relación de las enfermedades transmitidas por vectores con el fenómeno generado por las empresas productoras de bienes. Desde la década del treinta, cuando por un objetivo de lucro económico se decidió acortar el tiempo de vida útil de los productos manufacturados (la denominada obsolescencia programada), quedó fuertemente afectada la conservación del medio ambiente. Se generan desde entonces importantes focos de contaminación del suelo, agua y aire. Los mosquitos no son la excepción porque pueden proliferar en los residuos sólidos capaces de acumular agua. El exceso de recipientes que acumula agua podría denominarse como una forma más de “contaminación productora de mosquitos” en las zonas urbanas.

Vehículos, heladeras, lavarropas, cocinas, microondas, televisores, envases plásticos, entre otros objetos, son desarrollados y manufacturados con mayor eficiencia energética pero con menor vida útil. La regla del mercado es que con la compra del artículo, se establece su transferencia pero se alerta al comprador sobre la transferencia de responsabilidad sobre lo que ocurra después con dicho artículo. En muchos casos los objetos obsoletos son mantenidos sin sentido en algún lugar de la vivienda incluyendo, el peri-domicilio. Los objetos capaces de acumular agua en los domicilios constituyen el primer foco de proliferación de mosquitos. Siguiendo esa misma línea, los municipios tratan de resolver ese problema con el retiro de los restos domiciliarios para un posterior destino. Si bien existen iniciativas de reciclado, como la minería urbana, separación, trituración, fundición, re-manufacturación, etc., la promoción de un consumo creciente va mucho más rápido y los vertederos de productos inservibles están colapsando. Las soluciones al problema ambiental global deberían ser evaluadas desde el origen, donde las empresas productoras tendrían que demostrar su responsabilidad social y el Estado estimular estrategias para la recuperación, el reciclado y/o la transformación de los residuos en otros productos útiles. Por ejemplo, avanzar en la investigación y desarrollo de envases biodegradables. Los Estados, mediante su legislación, deberían considerar este tipo de problemas para asegurar un futuro saludable a las próximas generaciones. Es comprensible la necesidad de generar riquezas y de generar trabajo, pero en la actualidad estos aspectos contrastan fuertemente con la contaminación ambiental. Además, el problema no es exclusivo de la Argentina. Hoy por hoy, la transmisión continental de dengue, chikungunya, Zika en América y el agregado de fiebre amarilla urbana en África son señales de que el problema de contaminación urbana capaz de provocar enfermedades transmitidas por vectores también es global.

Todos compartimos el mismo problema. Estas señales ambientales traducidas en miles de enfermos deberían servirnos para re-pensar el planeta donde queremos vivir.

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Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos, EGE – IEGEBA, FCEyN-UBA CONICET

Marina Stein
Área de Entomología, Instituto de Medicina Regional- UNNE – Resistencia-Chaco

Guillermo Folguera
Facultad de Filosofia y Letras Fac. Ciencias Exactas y Naturales UBA-CONICET

Gustavo C. Rossi
Centro de Estudios de Parásitos y Vectores, CCT La Plata-CONICET-UNLP

Raquel M. Gleiser
Ecología de Artrópodos CREAN-IMBIV, CONICET-UNC – Córdoba

Aedes aegypti en las cubiertas de vehículos descartadas

Reflexiones Ambientales Urbanas (X)

El interior de las cubiertas de vehículos usadas (tractores, camiones, automóviles, motos, bicicletas, etc.) son excelentes criaderos de Aedes aegypti. Constituyen ambientes ideales para su proliferación porque suelen mantener microambientes húmedos y acumulan pequeñas cantidades de agua ideales para el desarrollo del mosquito. A su vez, está protegida por una capa de aislante de los cambios bruscos de temperatura ambiente. Suele ser imposible sacar el agua remanente del interior de una cubierta, si no es mediante la ayuda de un trapo o un material absorbente.

Se ha verificado la importación de huevos de este tipo de mosquito al continente Americano (Brasil y EEUU) en la década de los ´80 a través de mercaderías usadas dispuestas en contenedores a través de barcos provenientes de Asia. Para el año 2015 circulaban en Argentina más de 11 millones vehículos. Un recambio de cubiertas vehiculares cada cuatro años sugiere la posibilidad de producir 11 millones de nuevos criaderos por año. Un reflejo del recambio y el desorden ambiental son las montañas de cubiertas frente a las gomerías de centros urbanos, o acumuladas en baldíos, desechadas en zanjas, etc. Existen municipios que presionan con multas a los comercios que mantienen cubiertas acumuladas en sus frentes, pero no les ofrecen soluciones alternativas. Existe un circuito comercial de cubiertas usadas entre centros urbanos y localidades periféricas que contribuye a dispersar pasivamente los huevos de Aedes aegypti desde una localidad a otra De este modo, el mosquito se transforma en un suvenir entre la mercadería, viajando como huevo en el interior de las cubiertas que transportan los buques o las camionetas o camiones. Las cubiertas terminan su ciclo como basura capaz de acumular agua (criaderos) y su disposición final adecuada en rellenos sanitarios genera complicaciones debido a la elasticidad del material. Al presionarlo con las topadoras se entierran, pero con el tiempo vuelven a surgir a la superficie. De hecho, quienes monitorean la situación del Aedes aegypti en una región o necesitan material para sus estudios buscan los acúmulos de cubiertas usadas en zonas urbanas porque saben que allí encontrarán decenas de criaderos. El agua acumulada cuando se combina con detritos orgánicos también ofrece hábitat adecuado para la proliferación de otros mosquitos como Culex pipiens.

La forma más adecuada de resolver este desorden ambiental es el reciclado donde un problema de alto riesgo puede transformarse en un negocio rentable. Existen empresas que se encargan de triturar las cubiertas y transformarlas en pellets, que son unas pequeñas bolitas de caucho que sirven de materia prima para la producción de otros materiales. Por ejemplo se usan como parte de mezclas para la producción de pisos que requieren elasticidad o el césped sintético.

En la Argentina existen contadas empresas que reciben en forma gratuita las cubiertas. Fueron concebidas gracias a la participación de equipos multidisciplinarios organizados instituciones tecnológicas estatales, a la que se suman las propias empresas productoras y comercializadoras de cubiertas. Estos emprendimientos son alentadores y deberían ser acompañados regionalmente con el apoyo de legislaciones y decisiones gubernamentales estrictas que faciliten y aseguren la disposición final y tratamiento para el reciclaje de cubiertas en todo el país. Especialmente con apoyo económico para su creación en las provincias más afectadas. Se trata de una aberración ambiental la presencia de acúmulos de cubiertas en zonas urbanas porque ponen en riesgo la salud de los habitantes como las enfermedades transmitidas por mosquitos (dengue, Zika y chikungunya y fiebre amarilla urbana).

Estas enfermedades suelen surgir en forma explosiva, tal cual se está observando en la epidemia actual. Las declaraciones de emergencia del Estado son para destinar recursos para ese mismo fin. El poder Legislativo debería participar en considerar el tema del tratamiento final de las cubiertas de vehículos como uno de los factores de desorden ambiental que competen al estado y que ponen en riesgo la salud de los habitantes. Los distintos poderes ejecutivos (nacional, provincial, municipal) deberían considerar el efecto contaminante de las cubiertas en ambientes urbanos como una prioridad para resolver y producir acciones sustentables en el tiempo.

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Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos EGE – IEGEBA, FCEyN-UBA CONICET

Marina Stein
Área de Entomología Instituto de Medicina Regional-UNNE – Resistencia-Chaco

Gustavo C. Rossi
Centro de Estudios de Parásitos y Vectores, CCT La Plata-CONICET-UNLP

Raquel M. Gleiser
Ecología de Artrópodos CREAN-IMBIV CONICET-UNC – Córdoba-UBA CONICET

Aedes aegypti en el taller mecánico

Reflexiones Ambientales Urbanas (9)

El mecánico de mi auto se queja por la cantidad de mosquitos que lo molestan en el taller. Su hijo de tres años es muy susceptible a las picaduras y está preocupado por el dengue. Mientras espero que termine de hablar por teléfono veo buena cantidad de estos insectos revoloteando. Capturo uno, a la luz del sol se ven las banditas blancas en las patas. En un ambiente muy urbanizado como este, suele tratarse de Aedes aegypti, el mosquito transmisor de la fiebre amarilla urbana, el dengue, el chikungunya, el Zika y otros virus que enferman a las personas. Luego le pregunto si tenía recipientes con agua y mientras hago un paneo visual del taller y me responde que no tenía agua acumulada. Solo se ve una alcantarilla pluvial en la calle. Con la ayuda de un espejo y luz solar puedo constatar que no había larvas de mosquitos en el fondo.

– ¿Estás seguro que no tenés agua acumulada en algún lugar?- le insistí. Después de pensar unos instantes, me respondió –mmmm, la fosa-.

Fuimos al pozo donde suele instalarse el mecánico para reparar los vehículos desde abajo. El lugar se encontraba inundado con cinco centímetros de agua. Usaba unas tablas para poder pisar y no mojarse. Pudimos observar miles de larvitas alteradas por la luz de la linterna de medio centímetro de longitud.

-¿Y cómo llega el agua al pozo?- le pregunté.

– Es un problema general en el barrio, la napa de agua está cerca de la superficie y entonces filtra hacia la fosa- me respondió.

Pude observar que además había grasa, que sirve de alimento a organismos microscópicos (ej. bacterias, protozoos) presentes en el agua. A su vez estos microorganismos sirven de alimento a las larvas de los mosquitos. Todo servido!

¿Qué puedo poner para matarlos? ¿Lavandina? ¿Cloro? ¿Insecticida? –me preguntó.

Por un instante pienso: “otra vez el paradigma químico”. El “que le puedo poner”.

-Vos pasas mucho tiempo ahí. La lavandina y el cloro es para controlar a los microorganismos, pero la concentración que deberías usar sería tan alta que te intoxicarías o no soportarías el olor. Algo parecido te puede ocurrir si pones algún insecticida. Hay soluciones más saludables y más efectivas a largo plazo- le respondí- .

Existen soluciones ambientales mucho más efectivas donde no se necesita aplicar productos químicos al ambiente. Por ejemplo en este caso, el problema es el filtrado desde la napa de agua. Se puede colocar una pequeña bomba de desagote y sacar periódicamente el agua hacia la alcantarilla de la calle. Sin agua en la fosa no habrá posibilidad que los mosquitos aprovechen la situación y se reproduzcan.

El mecánico llevo a la práctica la idea y funcionó muy bien. Quedo libre de mosquitos….pero se fue de vacaciones por quince días. Nuevamente había muchos mosquitos en el taller. Aedes aegypti es un mosquito oportunista, aprovecha cualquier ocasión para reproducirse. En este caso la solución es asegurar un bombeo periódico mediante un sistema automático.

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Nicolás Schweigmann
Grupo de Estudio de Mosquitos
EGE-IEGEBA, FCEyN -UBA CONICET

Un hogar para mis mosquitos o de cómo criaba mosquitos en casa sin saberlo

Reflexiones Ambientales Urbanas (8)

Si algo me molestaba, eran son estos mosquitos que me picaban en tobillos y las pantorrillas todas las tardes. Venían del patio, pasaban por debajo de la puerta y me picaban. Yo distraído no me daba cuenta hasta que me había rascado tanto que la pierna me sangraba (ok, confieso que tengo una enfermedad en la piel, nada grave).

Muchas veces busqué donde se criaban y eliminé sus criaderos, pero me seguían picando. Antes de comenzar una disputa vecinal busqué una vez más. No pude más que repetir los lugares donde ya había buscado un par de meses atrás para no dar nada por cierto. Debajo de una rejilla que tapa una de las bocas de drenaje de la lluvia en el parque me encontré con una sopa de larvas. Nunca vi nada así. A cinco metros de la puerta, muchos, muchísimos, demasiados mosquitos esperando crecer y picarme. Confieso que perdí el control, busqué cuanto producto químico tenía a mano y les eché.

El agua se tornó blanca pero la sopa de larvas seguía bullente. Frustrado, me senté en el pasto rodeado de frascos. ¿Y si saco el agua y la tiro sobre pasto? mmmm las pupas sobrevivirían y posiblemente llegarían a adultas… tuve que pensar más, hasta que di con la solución. Calenté agua hasta el hervor en la pava y la vertí hasta poner quietud en ese lugar. Faltaban dos cosas, la solución definitiva y saber cómo fue que pasó eso. Las dos respuestas vendrían de la mano.

 Al día siguiente llegó Juan, que corta el pasto y me ayuda con el mantenimiento de la casa, un gran tipo que se da maña para todo.

Le comenté el problema y me dijo: – ¿No te acordás que lo limpié? Estaba lleno de mugre, la caja que tiene estaba llena de barro. Había incluso una cosa naranja horrible.

– ¿Y para qué sirve la caja?
– Ah! no sé, pregúntale al constructor que la hizo.

La caja no es más que una caja sin tapa por debajo del nivel del caño de drenaje con una capacidad de unos 4lts (o más) de agua. Su función no se sabe, posiblemente un error de cálculo de niveles, ni siquiera sabía de su existencia. Cuando Juan hizo limpieza sacó el hongo (que no era tan feo a mi parecer) y toda la tierra que en años había acarreado el agua desde el jardín hasta llenar completamente la caja. Juan dejó limpio para ser usado por los mosquitos un hogar de unos cuatro litros que se llenó de agua en la primera lluvia. Lugar ideal, reparado del sol, a estrenar, servicio de alimentos a domicilio… los mosquitos agarraron viaje enseguida. Así fue como construí un paraíso para ellos. Le pedí a Juan que pusiera unos cascotes, rellenara con cemento y anulara la caja de manera que no quedara nada de agua acumulada. Ahora tengo menos cicatrices en las piernas.

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Hernán G Solari
Depto. Física, FCEN-UBA, IFIBA-CONICET